“La desinformación, el pecado más insidioso de la prensa”: Francisco
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Al recibir en audiencia a los trabajadores de la televisión de la Conferencia Episcopal Italiana, el Papa aseguró que la principal tarea del comunicador es “despertar la chispa de vida” escondida en las palabras
Andrés Beltramo Álvarezciudad del vaticano
La prensa está amenazada por tres pecados: La desinformación, la calumnia y la difamación. Pero, de estos tres, el primero es el más insidioso. Porque el desinformar conduce al error, lleva a creer solamente en una parte de la verdad. Así lo piensa el Papa y así lo manifestó este lunes durante una audiencia en el Vaticano con trabajadores del canal de televisión de la Iglesia italiana, TV2000.
El encuentro tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano. Durante su discurso Francisco reflexionó sobre el papel del comunicador en la actualidad, no sólo el católico. Aseguró que su principal tarea aquella de despertar la “chispa interior” de las palabras y puso en guardia contra los mesianismos mediáticos, que presentan a ciertas personas como los responsables de todo, para bien o para mal.
“Los medios católicos tienen una misión muy ardua con respecto de la comunicación social: Buscar preservarla de todo aquello que la trastorna y la somete a otros fines. A menudo la comunicación ha sido sometida a la propaganda, a las ideologías, a los fines políticos o de control de la economía y de la técnica”, sostuvo.
Y agregó: “Lo que hace bien a la comunicación, en primer lugar, es la ‘parresía’, es decir la valentía de decir las cosas en la cara, de hablar con franqueza y libertad. Si estamos verdaderamente convencidos de lo que tenemos que decir, las palabras vienen. Si, al contrario, estamos preocupados de aspectos tácticos, el ‘tacticismo’, nuestro hablar será artificial, poco comunicativo, insípido, un hablar de laboratorio. Y esto no comunica nada”.
Según el Papa, es libertad debe ir más allá de las modas, los lugares comunes y las fórmulas preconcebidas que finalmente anulan la capacidad de comunicar. Sostuvo que cada palabra tiene dentro de sí una chispa de fuego y de vida. La principal tarea del comunicador es “despertar esa chispa”, “despertar las palabras”.
Advirtió que la verdadera comunicación evita “rellenar” y “cerrar”, precisando entonces que se “rellena” cuando se tiende a “saturar la percepción” con un exceso de eslóganes que, en lugar de poner en marcha el pensamiento, lo anulan. Al mismo tiempo se “cierra” cuando, en lugar de recorrer el largo camino de la comprensión, se prefiere el sendero breve “de presentar a personas individuales como si fuesen capaces de resolver todos los problemas, o al contrario, como chivos expiatorios sobre los cuales descargar toda la responsabilidad”.
Insistió que un error frecuente en la comunicación moderna, “cada vez más veloz y poco reflexiva”, es esa carrera inmediata a la solución, sin tomar en cuenta la urgencia de transmitir la complejidad de la vida real.
Por otra parte, el pontífice pidió a los periodistas “hablar a la persona toda entera” sin caer en los pecados de los medios: la desinformación, la calumnia y la difamación. Precisó que el primero “empuja a decir la mitad de las cosas y esto lleva a no poder formarse un juicio preciso sobre la realidad”.
“Una comunicación auténtica no está preocupada por golpear: la alternancia entre alarmismo catastrófico y desempeño consolador, dos extremos que continuamente vemos propuestos en la comunicación de hoy, no es un buen servicio que los medios pueden ofrecer a las personas”, constató.
Insistió que se necesitan comunicadores capaces de hablar a la mente y al corazón de las personas, para que estas sepan ver más allá de lo inmediato, más allá de un presente que corre el riesgo de ser desmemoriado y temeroso.
Además precisó que de esos tres pecados la calumnia parecería ser el más insidioso, pero en la comunicación el más peligroso es la desinformación, “porque te lleva a equivocarte, al error; te lleva a creer solamente en una parte de la verdad”.
“Despertar las palabras, abrir y no cerrar, hablar a toda la persona, hacen concreta esa cultura del encuentro que hoy es tan necesaria en un contexto cada vez más plural. Con los choques no vamos a ninguna parte. Hacer una cultura del encuentro, este es un buen trabajo para ustedes. Eso exige estar dispuestos no solamente a dar, sino también a recibir de los demás”, apuntó.