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lunes, 1 de septiembre de 2014

Té que se cultiva en India para marcas trasnacionales está contaminado con pesticidas


tea
Un informe reciente de Greepeace asegura que buena parte de las hojas de té que se recogen en India para marcas populares como Twinings, Golden Tips o Lipton, contienen residuos de pesticidas.
El té es una de las bebidas más populares del mundo y también una de las más antiguas. Sus orígenes se encuentran en el Lejano Oriente, China sobre todo, en donde se ha bebido al menos desde el año 2000 antes de nuestra era. En la época moderna, sin embargo, se le asocia con India, en donde existen enormes plantaciones, herencia del colonialismo británico que en el siglo XIX quiso arrebatar a los chinos el monopolio de la producción y el comercio de la Camellia sinensis.
En las últimas décadas el té ha ganado prestigio por numerosos estudios al respecto de los beneficios que aporta para la salud humana, argumentos con respaldo científico que lo han vuelto todavía más respetable.
Sin embargo, como demuestra la maniobra del Imperio Británico, dicha planta no ha estado nunca exenta de las prácticas de su tiempo. Ahora, es cierto, no se trata tanto de pelear la hegemonía de un mercado, pero de cualquier modo el afán de ganancia que caracteriza el modo de producción capitalista genera sus propios ajustes aunque siempre con el mismo propósito: producir tanto como se pueda para obtener la mayor ganancia posible.
En nuestra época, ese principio encuentra expresión en algo muy concreto: el uso de pesticidas. ¿Por qué rociar un campo de cultivo con químicos que eliminen las plagas? Porque así el margen de pérdidas de la producción se reduce, y por lo mismo también el de la ganancia. ¿Y si los pesticidas son tóxicos para el entorno, incluido el ser humano? No importa, porque lo único que importa es la ganancia.
Hace un par de semanas, la organización internacional Greepeace dio a conocer este informe en que evalúo la cantidad de pesticidas presente en distintas muestras de té cultivado en China e India y, además, procesado por algunas de las marcas trasnacionales más importantes: Twinings, Golden Tips, Lipton y otras. Greepeace evaluó las muestras a partir de los niveles de pesticidas considerados “no peligrosos” por organismos como la Unión Europea o la Organización Mundial de la Salud de la ONU.
En el estudio se examinaron 46 muestras de té cultivado en India, de las cuales 46 (94%) mostraron residuos de al menos un tipo de pesticida; 29 (59%) tuvieron rastros de un “coctel” de más de 10 diferentes pesticidas y 18 (37%) excedieron los niveles máximos de pesticidas permitidos por la Unión Europea.
tabla
Por otro lado, Greepeace resalta que esta situación se debe en buena medida a la ambigüedad de la legislación india, en la cual el uso de pesticidas no está claramente regulado y, por lo mismo, las productoras no están obligadas a reportarlo.
En cuanto a las consecuencias de entrar en contacto con pesticidas, Greenpeace cita en su informe un par de investigaciones sobre los efectos de estos tanto en los trabajadores de las plantaciones como en una persona habituada a beber té. En los primeros, los daños van de incomodidades inmediatas como dolor de cabeza o muscular a efectos genotóxicos. Sobre el segundo grupo, el de los consumidores, la organización acepta que el impacto de los pesticidas en la salud es casi imposible de evaluar.

viernes, 13 de junio de 2014

El consumo de azúcar contribuye en gran medida con los gastos de salud

Dr. Mercola
mercola.com
lun, 14 abr 2014 00:00 CDT

azúcar mata más gente que el cigarrillo

Muchos culpan al tabaco de varias enfermedades, sin embargo, quizás deberíamos mirar a otros 'culpables'.

Estados Unidos gasta dos veces y media más en salud per cápita que cualquier otro país desarrollado, acercándose rápidamente a los $3 trillones de dólares CADA año. Con este tipo de gasto, usted esperaría que los ciudadanos fueran los más sanos del mundo, pero este no es el caso.

De hecho, los Estados Unidos ocupa el último lugar en calidad de atención- los estadounidenses están más enfermos y viven menos tiempo en comparación con las personas en otros países industrializados. Entonces, ¿a dónde se va todo ese dinero?

El estudio[1] "Sugar: Consuption at a Crossroads" realizado en el 2013 por Credit Suisse Research Institue encontró que del 30 al 40 por ciento de los gastos de salud son para enfermedades directamente relacionadas con el consumo excesivo de azúcar.

Gastamos más de un trillón de dólares al año para combatir los efectos dañinos del azúcar. Esto, combinado con el derroche, fraude e ineficiencia de nuestro sistema de salud, hace que sea completamente insostenible con el paso del tiempo.

El Gobierno Estadounidense En Realidad Fomenta el Consumo de Azúcar

El exceso de azúcar causa obesidad, así como otra gran cantidad de enfermedades, incluyendo diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, enfermedades renales y cáncer. Si quiere encontrar a las personas más enfermas todo lo que tiene que hacer es seguir las tasas de obesidad. De acuerdo con el estudio United Health Foundation, nueve de los 10 estados menos saludables del país también tienen nueve de las 10 peores tasas de obesidad.[2]

Con un alimento causando este tipo de problemas de salud tan comunes y a un costo tan alto, usted pensaría que nuestros reguladores gubernamentales están haciendo todo lo posible para disminuir el consumo de azúcar. Pero en realidad están haciendo todo lo contrario- fomentando el consumo de azúcar.

Tal vez el gobierno estadounidense leyó el estudio realizado en el 2008 que desafió la noción común diciendo que prevenir la obesidad le ahorraría al gobierno millones de dólares.[3] El estudio sugería que las personas sanas le cuestan más al gobierno en cuanto al cuidado de salud, porque viven durante más tiempo.

Tal vez el gobierno quiere que todos seamos obesos- porque de esa forma moriremos más jóvenes. Aunque suene bastante sínico, eso explicaría por qué siguen subsidiando a la industria del jarabe de maíz.[4]

Se Predice que el Cáncer Se Volverá la Causa #1 de Muerte en los Estados Unidos

Además de la relación obvia entre el azúcar y la obesidad, también ya he hablado muchas veces sobre la relación entre el consumo de azúcar y el cáncer. Para mí no es una sorpresa que las tasas de cáncer sigan aumentando, considerando que la mayoría de las personas consumen alimentos altamente procesados como parte de su alimentación diaria.

comida_de_muerte
© El Roto
Una alimentación que carece de grasas saludables, vitaminas y minerales naturales, mientras que está llena de azúcares procesados y fructosa, junto con sustancias químicas sintéticas de todo tipo que simplemente no son saludables y la prueba de esto se encuentra a la vista de todos... Un reporte reciente realizado por laAmerican Society of Clinical Oncology predice que en unos 16 años, el cáncer se convertirá en la causa principal de muerte en los Estados Unidos, superando a las enfermedades cardíacas, que hoy en día ocupan el primer lugar. Como lo informó CNN Health[5]
"Se espera que para el 2030 el número de nuevos casos de cáncer aumenten casi un 45 por ciento, de 1.6 millones de casos a 2.3 millones de casos al año. Este influjo de nuevos pacientes colocará una carga aún mayor en un campo de la medicina que ya está bastante sobrecargado por la escasez de médicos y dificultades financieras, según el informe, que se centra que los crecientes problemas para la atención del cáncer en los Estados Unidos."

Sin Azúcar, el Cáncer No Puede Sobrevivir


La estrategia más poderosa que conozco para tratar el cáncer es matar de hambre a las células cancerosas dejándolas sin fuente de alimentos, que, en gran parte, se trata del azúcar. A diferencias de otras células del cuerpo, que queman carbohidratos o grasas en forma de combustible, las células cancerosas tienen mucha flexibilidad metabólica y sólopueden sobrevivir si hay azúcar presente. El Dr. Otto Warbug recibió el Premio Nobel hace más de 75 años por este descubrimiento, pero prácticamente ningún oncólogo utiliza esta información.

No cometa este error, lo PRIMERO que tiene que hacer si quiere evitar o tratar el cáncer, si tiene resistencia a la insulina o la leptina (que es el caso del 85 por ciento de las personas) es reducir el consumo de azúcar/fructosa y granos de su alimentación, esto con el fin de matar de hambre a las células cancerosas.

Le recomiendo reducir su consumo total de fructosa a un máximo de 25 gramos al día, de todas las fuentes, incluyendo las frutas. Si usted tiene resistencia a la insulina, lo mejor será limitar su consumo a 15 gramos al día. En el caso de los pacientes con cáncer lo mejor sería restringir este consumo aún más. Para obtener más detalles sobre este tema por favor échele un vistazo a mi entrevista con el Dr. Seyfreid.


La forma más sencilla de reducir dramáticamente su consumo de azúcar y fructosa es llevando una alimentación a base de alimentos enteros y sin procesar, ya que la mayor parte del azúcar que consume proviene de los productos procesados, no por ponerle una cucharadita de azúcar a su té o café. Pero también existen otras formas de reducir el consumo de azúcar. Incluyendo:
  • Reducir la cantidad de azúcar que le pone a sus alimentos y bebidas
  • Utilizar Stevia o Lo Han en lugar de azúcar o endulzantes artificiales. Puede obtener más información sobre cuáles son los mejores y los peores sustitutos del azúcar en mi artículo, "Sustitutos de Azucar - Lo Que Es Seguro y Lo Que No"
  • Comprando frutas frescas en lugar de frutas enlatadas o azúcar en las comidas o recetas que requieren de poco azúcar
  • Utilizar especias en lugar de azúcar para darle sabor a las comidas
También considere que reducir el consumo de proteína a un gramo por kilogramo de peso corporal. Es poco usual en el caso de la mayoría de los adultos que necesiten más de 100 gramos de proteína, más bien la mitad. Remplace los carbohidratos no vegetales (azúcar/fructosa/granos) y el exceso de proteína con grasas de alta calidad como las contenidas en los huevos orgánicos provenientes de gallinas criadas orgánicamente, carnes de alta calidad, aguacates y aceite de coco.

Ciertamente es mucho más fácil prevenir el cáncer que tratarlo, una vez que pone en práctica esto, creo que puede eliminar prácticamente cualquier riesgo de cáncer (y mejorar radicalmente las probabilidades de recuperarse del cáncer si ya lo padece), sólo siga estas recomendaciones básicas sobre el estilo de vida.

Bienestar Corporativo: Al Rescate de los Grandes Agricultores

Un programa llamado depression-era que originalmente pretendía salvar a los agricultores de la ruina, problema que se había generado en una estafa del siglo 21 que permitía que la industria alimentaria, agrícola y financiera obtuvieran ganancias a expensas de los contribuyentes. El juego se llama subsidios agrícolas y seguros de cosechas.

El año pasado, la USDA gastó casi $14 billones de dólares asegurando a los agricultores para que no perdieran con sus cultivos, casi siete veces más dinero que el invertido en el 2000, de acuerdo con el Congressional Research Service. Esto es algo bueno para todos menos para los contribuyentes. Desde el 2000, las donaciones se han vuelto cada vez más generosas, así que actualmente los agricultores sólo pagan el 38 por ciento de las facturas de los seguros. De acuerdo con Bloomberg [6]
"Para el 2013, estaban vigentes casi 1.2 millones de pólizas que cubren 282 millones de hectáreas de tierras de cultivo. En el 2011, el último año del que hay información disponible, 26 agricultores recibieron subsidios anuales de más de $1 millón de dólares, más de 10,000 recibieron $100,000 dólares o más."
¿Sera la industria agrícola incapaz de salir adelante por sí misma, sin la ayuda de los contribuyentes? No, si le echamos un vistazo a lo que están ganando estos agricultores. Los ingresos agrícolas se han duplicado en los últimos cuatro años.

En el 2011, el ingreso medio de un agricultor era de $84,649 casi 70 por ciento más que cualquier estadounidense promedio.[7] Los subsidios también les da a los agricultores un incentivo para sembrar en terrenos en dónde los cultivos podrían darse o no y muchos agricultores están "cultivando el programa" con la intención de hacer reclamaciones de seguros en lugar de cosechar cultivos...lo que nos lleva de vuelta al azúcar.

La Industria del Maíz Tiene Su Propia Mina de Oro: USTED, el Contribuyente

Si desea conocer las prioridades del gobierno, sólo se necesita ver cuáles son los cultivos que más apoya. Está claro que las ganancias de los grandes agricultores superan cualquier preocupación de salud pública o las ganas de revertir la epidemia de obesidad. Actualmente, los subsidios agrícolas apoyan la producción de jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), comida rápida, comida chatarra, carne proveniente de animales alimentados con maíz y criados en CAFOs (operaciones de alimentación de animales), monocultivos y otra serie de productos que contribuyen con una mala alimentación.

La industria del maíz, gracias a su mejor jugador el JMAF, es una de las más subsidiadas por los contribuyentes. Son muy pocos los subsidios que les brindan a los agricultores que cultivan vegetales- la mayoría de los subsidios se los dan a la industria láctea y cárnica y al "Rey Maíz". Si no se cultivara el maíz con estos subsidios se tendría garantizada la pérdida de dinero. Billones de dólares van a los agricultores de maíz que han bajado el precio del maíz tanto que actualmente el JMAF es una de las principales fuentes de calorías en la alimentación estadounidense estándar, simplemente porque es muy barata. Entre 1995 y el 2012, la cantidad que les daban a los agricultores de maíz era de $84,427,099,356. Compare esto con la cantidad que le dieron a los productores de manzana: $242,064,005.[8] En un reporte realizado en el 2012 titulado "Apples to Twinkies,", se determinó que cada año, sus impuestos (en forma de subsidios) le permitirían comprar 19 Twinkies pero menos de un cuarto de una manzana roja.

El Gobierno Estadounidense Sufre de "Esquizofrenia Fiscal"

Cuando se trata de atención médica, el gobierno estadounidense está tirando el dinero. Una oficina está financiando campañas anti-obesidad, mientras que otra subsidia a la industria de la comida chatarra. Durante 40 años, la industria azucarera ha engañado a las personas en Estados Unidos, poniendo en duda los estudios que sugieren que el azúcar podría enfermarlo o hacerlo obeso. Para proteger el negocio, la industria ha contratado científicos y poderosos cabilderos para asegurarse que el azúcar no esté sujeto a la restricción legislativa.

Quienes se oponen a los subsidios de comida chatarra son las dos caras de la moneda, sin embargo las enmiendas al proyecto de Ley Agrícola que reforman el subsidio de azúcar y otras medidas que inhibirían el consumo de azúcar son rechazadas repetidamente bajo el cabildeo de los poderosos del azúcar. Los congresistas demócratas abandonan sus principios con el mismo vigor que los republicanos cuando el dinero del azúcar está en juego. Los subsidios del azúcar son algunas de las prácticas más corruptas del bienestar corporativo en los Estados Unidos.[9]

Recortar Cupones Podría Ser Malo Para Su Salud

El rastro del dinero también puede seguirse gracias al reino de los cupones. Las familias de bajos recurso por lo general dependen de los cupones para poder comprar sus suministros alimenticios. Pero la gran mayoría de los cupones son para alimentos procesados- no para alimentos frescos, orgánicos y producidos localmente. Los cupones y los subsidios van por el mismo camino. Un nuevo estudio encontró que los cupones para la tienda de comestibles disminuyen el costo de la comida chatarra y las bebidas endulzadas, pero son muy pocos los cupones para carnes de alta calidad, lácteos y frutas y vegetales frescos.[10]

El estudio, publicado este mes en la revista Preventing Chronic Disease, investigó más de 1,000 cupones en línea ofrecidos por las cinco principales cadenas de supermercados en abril del 2013. El porcentaje relativo de los cupones de cada categoría se muestra en la imagen a continuación.[11]

porcentaje de cupones
Las tiendas, obviamente utilizan estos cupones para atraer a los consumidores a comprar cosas. La mayoría de los cupones son para alimentos procesados porque son los productos más rentables para las tiendas, por lo que hacen tratos con los fabricantes para promoverlos. Si las familias de más bajos recursos son las que más usan los cupones, entonces tiene sentido que sean estas familias las que tiene el peor tipo de alimentación y más problemas de salud- y de hecho, eso es lo que demuestra esta investigación. Los estados más sanos en el país también son los más ricos y casi todos los estados poco saludables del país tienen el menor ingreso per cápita.[12]

Las personas en Estados Unidos comen los alimentos más baratos en el mundo y acceden fácilmente a alimentos de baja calidad, lo que contribuye con el aumento de las tasas de obesidad y enfermedades.

En el 2010, los ciudadanos gastaron más del nueve por ciento de sus ingresos en alimentos, que es menos de la mitad de lo que gasta cualquier país. El enfoque "más rápido, más grande, más barato" para la producción de alimentos es algo inestable y está contribuyendo con la destrucción de nuestra salud y nuestro planeta. Para proteger su salud y al medio ambiente, cambie su alimentación a una que esté compuesta en un 90 por ciento por alimentos, enteros, orgánicos y sin procesar. Este tipo de alimentación podría costar un poco más, pero lo que ahorrará a largo plazo es incalculable- especialmente en lo que respecta a los riesgos probados de consumir azúcar en exceso.

Dos Sodas Al Día Podrían DUPLICAR Sus Probabilidades de una Muerte Prematura

Un nuevo estudio encontró una significativa relación entre el consumo de azúcar y la muerte causada por enfermedades cardíacas. Las personas en Estados Unidos que consumen mucho azúcar- casi un cuarto de sus calorías diarias- tuvieron el doble de probabilidad de morir a causa de una enfermedad cardíaca en comparación con los que limitaron su consumo de azúcar a siete por ciento de sus calorías totales. La persona promedio en Estados Unidos consume 22 cucharaditas de azúcar al día, casi tres veces de lo que se recomienda. Eso equivale a casi dos sodas.[13]

De acuerdo con el Dr. Robert Lustig, uno de los principales expertos en obesidad infantil, el exceso de azúcar actúa como veneno, ya que es responsable del aumento de peso y de muchas enfermedades crónicas y mortales. Investigaciones recientes demuestran que la fructosa activa las células gustativas que se encuentran en el páncreas, una reacción que puede aumentar la secreción de insulina, así como el riesgo de diabetes tipo 2. El azúcar también reacciona con AGEs (productos finales de glicación avanzada), que es uno de los principales mecanismos por los que ocurre el daño en su cuerpo y se produce envejecimiento y enfermedades.

Para proteger su salud, considere restringir su consumo de fructosa a 25 gramos al día o menos. Si usted tiene sobrepeso o una enfermedad como cáncer, diabetes, enfermedad cardíaca (o está en riesgo de padecerla) entonces probablemente lo mejor sería restringir su consumo a 15 gramos al día o menos (de todas las fuentes- JMAF, azúcar, miel, agave, frutas, jugo de frutas, jarabe de arce, etc.)

Rediseñar los Subsidios para la Salud de las Personas y el Planeta

Ha llegado el momento de hacer un cambio. Rediseñar nuestro sistema alimentario podría ayudar a movernos hacia la recuperación de la salud y economía. Si vamos a subsidiar a los agricultores, hagámoslo de tal manera que ayude a restaurar la salud de los ciudadanos de Estados Unidos y nuestras tierras - programas que podrían pagarse por sí solos reduciendo los costes sanitarios que ellos mismos causan. Hace dos años, Mark Brittman del New York Times[14] argumentó que el dinero de los subsidios podrían ser redirigidos para ayudar a que pequeños agricultores puedan competir por un lugar en el mercado en un sinnúmero de formas. Por ejemplo, los fondos podrían ser redirigidos para:
  • Financiar investigaciones e innovaciones en la agricultura sostenible
  • Ofrecer incentivos para atraer a nuevos agricultores
  • Cuidar las tierras
  • Apoyar a los agricultores que cultivan frutas y vegetales y que no están subsidiados, en lugar de dar incentivos para la comodidad de los agricultores de monocultivos (maíz, soya, trigo y arroz) para convertir algunas de sus operaciones en alimentos más deseables
  • Nivelar el campo de juego para que las granjas medianas puedan competir más favorablemente con la agroindustria como proveedores en supermercados locales

Se Necesita de Su Ayuda para Crear una Ley Agrícola que Realmente Tenga Sentido


consumo responsable
Si a usted no le parece la idea de que sus impuestos financien programas de bienestar corporativo para corporaciones que inundan el mercado con alimentos procesados y bebidas azucaradas, únase a las organizaciones que trabajan activamente para realizar un cambio positivo. Aquí cinco acciones que puede tomar:
  • El Envrionmental Workin Group ha iniciado una petición instando al Congreso a que promulgue una Ley Agrícola que proteja a las familias de agricultores que están comprometidas a proteger el medio ambiente y la salud pública. Tómese un momento parafirmarla ahora mismo.
  • Inscríbase a la the National Sustainable Agriculture Coalition para estar al día sobre las noticias y alertas de acción relacionadas con la Ley Agrícola.
  • Únase a Food Democracy Now, una organización co-fundada por Aaron Woolf, director del documental King Corn.
  • Por supuesto, que también puede expresar su opinión todos los días apoyando económicamente a las granjas pequeñas en su localidad.
  • Diga no a los productores de comida chatarra no comprando sus productos y llevando una alimentación a base de alimentos enteros- frescos y orgánicos, consuma carne proveniente de animales criados de forma sostenible y humana, así como leche y huevos crudos y orgánicos.

Comentario: Realmente resulta triste ver que no se trata solamente de que el gobierno de EE. UU. promueva el consumo de azúcar, sino que el establishment internacional que la mayoría de la gente toma como referencia con respecto a lo que es saludable y no, difunden el mismo mensaje basado en ciencia basura y corrupta que no busca nuestro bienestar sino las ganancias para las grandes industrias que controlan el sistema alimentario en todas sus etapas.

Empezando con el azúcar, sí, las directrices de lo que sería una alimentación saludable, lastimosamente, solo promueven lo que más nos envenena. Consumir altas cantidades de cereales, evitar las grasas y, de ser posible, hacerse vegetariano, son las nociones normalmente vistas y propagadas como "saludables", sin embargo, éstas representan lo más alejado posible a lo que sería una dieta naturalmente saludable para el ser humano.

Vea los enfoques SOTT: Y también:

Un error grande y gordo
(Casi) todo lo que sabíamos sobre nutrición era mentira
Sal, azúcar y grasa. Cómo los gigantes de la alimentación nos engancharon
Entrevista al Dr. Lustig (II) El azúcar es como la cocaína.

miércoles, 11 de junio de 2014

De la comida basura a los alimentos ‘milagro’


Vivimos obsesionados por comer bien y nunca antes habíamos comido tan mal. Los estantes de los supermercados están repletos de patatas fritas, bebidas azucaradas, chocolates, congelados, conservas, bollería. Nos venden una gran variedad de comida desnaturalizada, procesada, con un “max mix” de aditivos varios, que tiene un impacto negativo en nuestra salud. Sin embargo, los mismos que con una mano comercializan dichos productos con la otra nos ofrecen alimentos funcionales, “milagrosos”, para combatir precisamente los efectos perniciosos de este tipo de alimentación “moderna”. El negocio está servido.
Enfermos y gordos
La “dieta occidental”, como señala el periodista Michael Pollan en su bestseller ‘El detective en el supermercado’, es responsable de muchas de nuestras enfermedades. “Cuatro de las diez primeras causas de mortalidad hoy día son enfermedades crónicas cuya conexión con la dieta está comprobada: cardiopatía coronaria, diabetes, infarto y cáncer”, afirma. Una “dieta occidental”, con muchos alimentos procesados, mucha carne, mucha grasa y mucho azúcar añadido, que nos enferma y engorda. A principios del siglo XX, como señala Pollan, un grupo de médicos observó que donde la gente abandonaba su forma tradicional de comer y adoptaba la “dieta occidental”, pronto aparecían enfermedades como la obesidad, la diabetes, los problemas cardiovasculares y el cáncer, que se bautizaron como “enfermedades occidentales”.
El relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación Olivier de Schutter coincide en el diagnóstico: “Las dietas poco saludables son un riesgo mayor para la salud mundial que el tabaco”. Y añade: “Los Gobiernos han puesto el foco en aumentar la cantidad de calorías disponibles, pero muy a menudo han sido indiferentes acerca de qué tipo de calorías ofrecen, a qué precio, para quién son accesibles y cómo se comercializan”. No en vano, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es responsable, en todo el mundo, de 3,4 millones de muertes al año.
Estados Unidos es el máximo exponente de esta deriva: un 75% de los estadounidenses tiene sobrepeso o son obesos, un 25% padece síndrome metabólico, con mayores probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares o diabetes, y entre un 4% y un 8% de la población adulta tiene diabetes tipo 2, según recoge la obra ‘El detective en el supermercado’. Los datos de la OMS ratifican esta tendencia a escala global: desde 1980, la obesidad se ha más que doblado en todo el mundo. Actualmente, 1.400 millones de adultos tienen sobrepeso, y de estos 500 millones son obesos.
En el Estado español, la tasa de obesidad infantil no ha hecho sino aumentar en los últimos años convirtiéndose en una de las más altas en Europa. Según el programa Perseo, del Ministerio de Sanidad y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, se calcula que la obesidad afecta al 20% de los niños y al 15% de las niñas entre 6 y 10 años. En lo que se refiere a la población en general, las cifras son, también, muy elevadas. El estudio Enrica, promovido por el Gobierno, señala que el 62% de la población tiene exceso de peso, y de ésta el 39% padece sobrepeso y el 23% obesidad.
Una situación que no ha hecho sino agudizarse con la crisis. Cada vez más personas con menos ingresos son empujadas a comprar productos baratos y menos nutritivos. El libro blanco de la nutrición en España así lo afirma: “En la actual situación de crisis económica las conductas de los consumidores también se han visto afectadas. Seleccionan opciones más económicas tanto a la hora de decidir el lugar dónde comprar alimentos y bebidas, como el tipo, calidad y cantidad de productos”. Con la crisis, la dieta de quienes menos tienen se deteriora rápidamente. Se compra poco y barato y se come mal. Uno de los productos que más ha aumentado su consumo, por ejemplo, son los dulces envasados (galletas, chocolates, sucedáneos, bollería y pastelería), con un incremento del 3,8% entre 2012 y 2013, según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Los gordos, paradójicamente, en general, son los que menos tienen, y, en consecuencia, peor comen. Mirando el mapa de la península queda claro: las comunidades autónomas con mayores índices de pobreza, como Andalucía, Canarias y Extremadura, concentran las cifras más elevadas de población con exceso de peso. La posición de clase determina, en buena medida, qué comemos. Y la crisis no hace sino acentuar la diferencia entre comida para ricos y comida para pobres.
Doctor Jekyll y Mister Hyde
Sin embargo, los mismos que promueven una comida basura, de muy baja calidad, con un impacto negativo en nuestra salud, son quienes nos venden “alimentos milagro” para adelgazar, controlar el colesterol, reducir el estreñimiento, fortalecer el sistema inmunitario, mantener la densidad ósea. Al más puro estilo Doctor Jekyll y Mister Hyde es como actúan las grandes empresas de la industria alimentaria.
Panrico afirma vender pan, con “una miga como la del pan de siempre”. Mis abuelos, creo, no opinarían lo mismo. Más allá de los cuestionables ingredientes y resultado de su pan, ofrece, también, Donuts Original, Donuts Bombón, Donettes, Donettes Rayados, Donettes Nevados, Bollycao Cacaco, Dip Dip, Palmera de Choco, la lista continúa. Pero como toda buena industria de la comida, si nos “pasamos” con tanta bollería, Panrico nos ayuda a combatir esos kilitos de más con su Panrico Línea, “para quien le gusta cuidarse sin renunciar a su delicioso sabor”, como lo define la empresa, o Panrico Integral, con alto contenido en fibras. Panrico tiene pan pá todo.
Nutrexpa, por su parte, nos vende Cola Cao Original, que de padres y madres a hijas e hijos y nietos y nietas, nos repite, es “el desayuno y merienda ideal”. Nutrexpa, siempre pensando en los más pequeños, vende también Nocilla, muy “natural” con “leche, caco, avellanas y azúcar”, ¿recuerdan?, y Phoskitos, con adhesivos y artefactos varios, que ahora saca nueva línea, el tiempo pasa pero el Phoskito no, con Mini Phoskitos Hello Kitty y Phoskitos Bob Esponja. Su gama de productos no acaba aquí, e incluye galletas Cuétara, Chiquilín, Artiach, Filipinos. Aunque con tanto sobrepeso y obesidad infantil, su línea de galletas Fibra Línea o 0% azucares, así como el Cola Cao Cero o, aún mejor, el Cola Cao Cero con Fibra están aquí para echarnos una mano.
Danone es el rey. Vende un gran abanico de yogures de fresa, coco, plátano, macedonia, piña, limón. Aunque lo único que tienen parecido a la fruta es el sabor y el color. En su gama de postres destacan, desde siempre, las natillas de vainilla y chocolate, que nos acompañaron de pequeños, y, más recientemente, las de oreo y choco blanko, para las nuevas generaciones. No sea que con el paso del tiempo se pierdan las costumbres… y se abandone la marca. Sorprendentemente, estos productos se clasifican en su web al margen de los que la empresa incluye en el apartado de “buenos hábitos”. ¿Será que no lo son? ¿Al webmaster le habrá traicionado el subconsciente? Es en esta sección de productos donde Danone despliega toda su, teórica, preocupación por nuestro bienestar y ofrece desde yogures Activia, “la forma más deliciosa -como dicen- de ayudar a tu salud digestiva”, pasando por los Actimel y “su exclusivo L-Casei, que incorpora las vitaminas B6 y D” hasta el Danacol Sin Lactosa que favorece, afirman, “una dieta sana y equilibrada que ayudará a reducir el colesterol”. ¿Qué más podemos pedir?
Modus operandi
Su modus operandi no falla. Primero, la publicidad. Tanto para vendernos lo uno como lo otro. Aunque entre un Danone Fresa y un Danacol no haya tantas diferencias más allá del marketing nutricional. La inversión publicitaria no escatima recursos económicos. En 2005, por ejemplo, la industria alimentaria de Estados Unidos gastó más de 50 mil millones de dólares en publicidad, más que ninguna otra industria del país. Coca-Cola, en concreto, desembolsó 2.200 millones de dólares, un total muy superior al conjunto del presupuesto de la Organización Mundial de la Salud, como recoge el libro ‘Un planeta de gordos y hambrientos’ de Luis de Sebastián. Los pequeños a menudo son su público objetivo principal. Como afirmaba Tim Lobstein director de The Food Commission en un debate en la BBC inglesa: “Vivimos en un entorno que ha sido bautizado como ‘obesogénico’, lleno de estímulos que nos animan a comer, a hacer menos ejercicio y sobre todo a consumir. Se trata de un entorno gestionado comercialmente”.
Segundo, la culpabilización. Somos culpables por comer mal, engordar, enfermar. Si engordas, dicen, es que no tienes fuerza de voluntad. Tienes que sacrificarte, afirman. Nos venden el paradigma de la perfecta mujer y del perfecto hombre, como si fuera tan fácil caber en un talla 38. En definitiva, la culpa es nuestra. Mientras, esconden las causas estructurales de tanta gordura y enfermedad. Aún recuerdo a mi antiguo jefe como, a veces, para desayunar pedía en el bar un chucho de crema, “rebozado” con azúcar blanco, y un café con leche eso sí con sacarina. Nos hartamos de comer mal, para luego sacrificarnos y comer, supuestamente, bien. Todo un negocio, el de culpabilizar a nuestro estómago.
Tercero, el producto “milagro” y el experto. Los mismos que nos venden comida de mala calidad nos dan lecciones de nutrición y nos ofrecen alimentos funcionales, que contienen componentes que -dicen- benefician la salud: leches enriquecidas con ácidos grasos omega-3, ácido fólico, fósforo y cinc; yogures con calcio, vitaminas A y D; cereales fortificados con fibra y minerales; zumos con vitaminas. Aunque tanto producto de qué serviría sin un “buen” experto u organización “especializada” que lo avalara. La Fundación Española del Corazón es una habitual en prestar su imagen para respaldar dichos productos, lo que le ha valido importantes críticas por parte de la comunidad científica. Entre sus “apadrinados” se encuentra la margarina Flora Original con Omega-3 y 6 de Unilever, elDanacol, leche fermentada con esteroles vegetales añadidos, de Danone, el suplemento MegaRedcon Omega-3, el Agua de Firgas con bajo contenido en sodio y alta concentración de calcio y magnesio. Pero, ¿cuánto dinero habrá recibido la Fundación Española del Corazón por sus servicios? Eso, no se sabe. En todo caso, si es una empresa de la industria alimentaria coloque un “experto” en su vida, parece que ganará credibilidad, sea cierto o no lo que cuente, y aumentará las ventas.
¿Cómo alimentarnos bien?
Visto lo visto, ¿qué podemos hacer para comer bien? Como decía Michael Pollan se trata de “comer comida”, lo que no es tan sencillo como parece. “Antes lo único que se podía comer era comida, hoy encontramos en el supermercado miles de otras sustancias comestibles parecidas a la comida” afirma en su libro ‘El detective en el supermercado’. Y añade: “Si le preocupa la salud, quizá debería evitar los productos de los que se hacen afirmaciones de propiedades saludables. ¿Por qué? Porque este tipo de afirmaciones sobre un producto alimenticio hacen suponer que no se trata realmente de comida”. Un sinsentido: se desnaturalizan los alimentos, para luego vendernos otros artificialmente naturales, que nos dicen son mejores.
La industria alimentaria y su publicidad han estigmatizado la comida de siempre. Nos han hecho creer que tomar fruta, verdura, legumbres y cereales era cosa de pobres. ¿Qué sentido tiene exprimir unas naranjas? Si podemos tomar un Bifrutas Mediterráneo Pascual, no solo con naranja sino, también, con melocotón y zanahoria y leche y con 0% de materia grasa y vitaminas A, C, E. ¿Por qué perder el tiempo en pelar patatas, zanahorias y cebolla para una crema cuando puedo comprar un Sopinstant de verduras Gallina Blanca ya preparado y, como dicen, “bajo en grasa, con menos sal y sin conservantes”? Parece que la comida de siempre ya no tienen “glamour”.
Sin embargo, en los últimos tiempos, las cosas han empezado a cambiar. Cada vez son más las personas que se preguntan qué comemos, de dónde viene lo que ingerimos, cómo se ha elaborado. La multiplicación de escándalos alimentarios y el auge de algunas enfermedades han encendido las luces de alarma. El consumo de productos ecológicos, campesinos, locales, de temporada aumenta, aunque representa tan solo un porcentaje pequeño del consumo global. Comer bien implica avanzar en esta dirección, reapropiarnos de aquello que comemos, exigir que la producción de alimentos responda a las necesidades de las personas, tenga en cuenta al campesinado y a la Tierra, y no se supedite a los intereses económicos de la industria de la comida.
Comer bien implica comer natural. Y aunque algunos digan que los alimentos naturales son un timo, lo que sí es un timo es cuando la industria, a través de tanto alimento funcional y “milagroso”, nos quiere vender gato por liebre. Como dice Michael Pollan, “no coma nada que su bisabuela no reconocería como comida”.
Esther Vivas  /  Público.es

domingo, 25 de mayo de 2014

El engaño del siglo XX- El mito del colesterol

La civilización occidental sufre una epidemia sin precedentes de enfermedades cardiovasculares y de diabetes tipo 2 que hace unos cien años eran dolencias prácticamente desconocidas en nuestra sociedad por ser poco habituales. Desafortunadamente, como en muchos otros aspectos de nuestra vida, estas epidemias son producto de la inagotable capacidad de la mayoría de los políticos para estropear todo lo que tocan.
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En efecto, la recomendación inicial de reducir el consumo de grasas -ese principio que muchos médicos abrazan como la solución a la mayoría de los problemas de salud- no proviene de un estudio científico ni está basada en ciencia reconocida alguna. Al contrario, como descubriremos en este artículo, es la recomendación de un comité político formado por varios senadores norteamericanos y que, más tarde, con la misma poca base científica, dio lugar a la pirámide nutricional que tristemente todos conocemos.

A principios del siglo XX, los médicos no estaban familiarizados con las enfermedades cardiovasculares. En las universidades, poco o nada se enseñaba sobre ellas. Esto no debe extrañar a nadie dado que en aquella época, las muertes por enfermedades cardiovasculares eran meramente anecdóticas. No es hasta 1920 que empieza a verse un aumento de estas enfermedades; a partir de 1950 se consideran de manera oficial en los Estados Unidos como una epidemia. Lo cierto es que las cifras de muertes por enfermedades cardiovasculares están ligeramente alteradas por dos factores.

En primer lugar, hasta la década de 1920 no se inventó el electrocardiograma, por lo que es posible que algunas muertes antes de esa fecha también se debieran a problemas cardiovasculares previos y, en segundo lugar, con la llegada de la penicilina, muchos casos que hubiesen supuesto muerte por infección fueron resueltos resultando en una expectativa mayor de vida y, por lo tanto, resultando a largo plazo en un incremento de las muertes por problemas cardiovasculares.

Aun así, ninguno de estos dos factores altera las cifras de manera tan considerable como para no admitir que los casos de enfermedades cardiovasculares vienen creciendo incesantemente desde la segunda mitad del siglo pasado en todo el mundo occidental. Esto es fácilmente comprobable al comparar muertes por enfermedades cardiovasculares en pacientes entre 40 y 50 años y comprobar que, desde 1950 en adelante, los casos no han hecho más que multiplicarse.

En 1.969, el querido y admirado expresidente norteamericano Dwight D. Eisenhower murió de un infarto masivo y, en ese momento, la casta política norteamericana cambió su percepción de las enfermedades cardiovasculares y las consideró epidemia de primer nivel. Unos años antes, en 1953, un bioquímico norteamericano llamado Ancel Keys publicó un estudio observacional basado en datos de seis países, en el que asociaba el consumo de grasas con los ataques al corazón. Estos seis países eran Japón, Italia, Reino Unido, Canadá, Australia y Estados Unidos, y el gráfico que asociaba el mayor consumo de grasas con el incremento de casos de ataques al corazón es el de [abajo].


Gráfico Estudio Ancel Keys
El gráfico [de abajo] es del mismo estudio, pero incluyendo los 22 paises de los que Ancel Keys tenía datos y, en rojo, para sorpresa mayúscula de muchos lectores supongo, las cinco sociedades que más porcentaje de grasa consumen en su dieta con incidencias mínimas o inexistentes de enfermedades cardiovasculares.

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De hecho, si escogemos manualmente seis países del grupo de 22, del mismo modo que hizo Ancel Keys, podríamos obtener los resultados contrarios de este modo:

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6 paises seleccionados a dedo – A más grasa, menos muertes por infarto
O de este otro modo:

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Otros seis paises distintos
En estos gráficos se observa claramente que, a mayor consumo de grasa, menores casos de muertes por enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, esta es la misma clase de pseudociencia basada en estudios observacionales con datos sesgados que practicaba Ancel Keys, y no voy a usarla ni siquiera para defender lo contrario a lo que él propuso, pese a que como puede verse, está también al alcance de cualquiera que use Excel en su ordenador.

El análisis de los datos no sólo fue aberrante porque eliminó los datos de los países que no le servían para validar su teoría, sino que incluso de los datos de los seis países con los que trabajó, eliminó otra serie de datos que hubiesen servido para postular otras teorías alternativas a la suya. Por ejemplo, el mismo gráfico de Keys con sus seis países es válido si tomamos en cuenta, en lugar del consumo de grasas, el consumo de azúcar. Del mismo modo que Keys hizo una asociación entre el consumo de grasa y las muertes por enfermedades cardiovasculares, pudo haberla hecho entre las muertes y el consumo de azúcar, porque disponía de los datos y eran igual de vistosos en un gráfico.

Sin embargo, no servían para apoyar su teoría y por ello los despreció. Esta pseudociencia es la que encumbró a Ancel Keys como el padre de la hipótesis de los lípidos, que son los dos principios que desgraciadamente todavía son aceptados hoy y que escuchamos a los médicos repetirnos como loros con la ayuda de los anuncios de productos alimenticios que torticeramente prometen salvarnos y alargar nuestras vidas:
  1. Las grasas saturadas elevan el colesterol
  2. El colesterol elevado obstruye las arterias
Estas afirmaciones, como veremos a continuación, son tan falsas como el estudio del que provienen inicialmente.

Unas décadas antes de que Ancel Keys publicase su estudio, otro científico llamado Weston A. Price se dedicó a recorrer el mundo analizando las costumbres nutricionales y los efectos en la salud de estas costumbres de cantidad de sociedades alrededor del mundo, y la conclusión a la que llegó fue bien distinta a la de Keys también. Price descubrió que las sociedades que evaluaba no sufrían de incidencias de diabetes o enfermedades coronarias hasta que introducían en su dieta el azúcar y las harinas refinadas. Pero lo que más echa por tierra las absurdas conclusiones de Ancel Keys son los datos acerca del consumo de grasas en países como Estados Unidos. En efecto,desde 1940 hasta la actualidad, el consumo de grasa animal en los Estados Unidos no ha hecho más que bajar de manera espectacular, tocando su mínimo en 1996 mientras que las enfermedades coronarias no han hecho más que aumentar, tocando su máximo en la década de los 90 también. Sospechoso, ¿no?

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Portada de Time Magazine
Pero lo cierto es que nada de esto fue tenido en cuenta cuando Ancel Keys acabó en la portada de Time Magazine y en el consejo de laAsociación Americana del Corazón, que fue la pionera en recomendar erróneamente la reducción del consumo de grasas. Lo peor del tema es que a la par que la teoría de Keys era abrazada por todos, se llevaron a cabo una serie de estudios, esta vez clínicos y no observacionales, para comprobarla.

Uno de esos estudios, de finales de los 50, es el estudio dietario Prudent, consistente en dos grupos aleatorios uniformes, uno de ellos con una dieta baja en grasas basada en aceites vegetales y otro grupo con una dieta normal, basada en grasas animales. El resultado es que el grupo que siguió la dieta baja en grasas redujo su colesterol en 30 puntos de promedio, sin embargo, no redujo sus incidencias cardiovasculares. En 1965, el estudio clínico Lancet en Gran Bretaña mantuvo a un grupo con una dieta baja en grasas animales que permitía como máximo 1 huevo, 85 gramos de carne y 50 ml de leche al día mientras que mantuvo un segundo grupo con su dieta habitual. En este caso, también redujo el colesterol del grupo en 30 puntos de promedio, pero tampoco hubo cambio alguno en la incidencia de enfermedades cardiovasculares.

En 1965, también en Gran Bretaña, se publicó un estudio más ambicioso. Tres grupos compuestos por hombres que ya habían sufrido un infarto con el objetivo de analizar la incidencia de la grasa en los casos de segundos infartos. El primer grupo usó como base nutricional lípida el aceite de maíz, una grasa polinsaturada. El segundo grupo usó el aceite de oliva, una grasa monoinsaturada y el tercer grupo utilizó grasa saturada animal. El resultado fue que al final del estudio, el 52% de las personas con dieta basada en grasas poliinsaturadas (aceite de maíz) seguía viva. El 57% del grupo que basaba su dieta en las grasas monoinsaturadas (aceite de oliva) seguía vivo. Sorprendentemente para algunos, el 75% del grupo de las grasas saturadas animales consiguió sobrevivir.

En 1969 se publicó el estudio Coronario de Minnesota en el que se demostró que el grupo que siguió una dieta baja en grasas con muy pocas grasas saturadas y rica en verduras sufrió más ataques al corazón que el grupo alimentado de manera tradicional.

Pero la madre de todos los estudios, con un presupuesto de 115 millones de dólares, una participación de 12.000 sujetos masculinos y realizado por el Instituto de Salud Nacional de los Estados Unidos, publicado en 1970, arrojó datos aún más sorprendentes. El estudio se basó en un grupo que mantuvo sus costumbres normales y otro grupo que adoptó una dieta baja en grasas, evitando las carnes rojas, restringiendo el consumo de colesterol y recibiendo ayuda para dejar de fumar. El primer resultado que se obtuvo, que sentó la base de otra campaña, fue que las personas que dejaron de fumar sufrieron menos ataques al corazón que aquellos que no lo dejaron, independientemente del grupo en que se encontrasen. Sin embargo, al comparar ambos grupos, fumadores con fumadores y no fumadores con no fumadores, el grupo sometido a la dieta baja en grasas, con la restricción de carnes rojas y colesterol, sufrió más ataques al corazón que el grupo que mantuvo su dieta normal.


Comentario: Aquí el fallo es concluir prematuramente que el fumar sea dañino para la salud. Se sabe que aquellos bajo gran estrés fuman para "automedicarse", pero esto no significa que el fumar sea causante del mal. Sería confundir la cura por el mal. Para más información, vea:

Campaña anti-tabaco: siguiendo el rastro de una ciencia corrupta
¡Vamos todos a encenderlo!
La conspiración del tabaco
Fumar ayuda a protegerse contra el cáncer de pulmón
Un estudio asegura que fumar disminuye el apetito y podría ayudar a adelgazar.

Podríamos seguir mencionando estudio tras estudio todos aquellos que no encajaban en la teoría de Ancel Keys, pero creo que es suficientemente ilustrativo mencionar que existían pruebas irrefutables por todos lados de que la teoría no era correcta.

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Sen. George McGovern
Entonces, ¿como es posible que una idea tan disparatada, no corroborada con un solo estudio clínico (recordemos que Ancel Keys se basó en estudios observacionales, no en estudios clínicos), haya llegado con tanta fuerza hasta nuestros días? La respuesta está en los políticos.

En la década de 1970 se creó un comité del senado de los Estados Unidos, capitaneado por el senador George McGovern. Su misión era investigar la malnutrición. No resulta sorprendente que un comité de políticos decidiese aumentar sus propios poderes iniciales y, además de investigar, se dotase del poder de crear y promocionar los planes nutricionales de todo un país. 

De este modo, el comité creó el Informe McGovern que promovía:
  1. Reducir el consumo de grasas
  2. Cambiar la ingesta de grasas saturadas a grasas vegetales
  3. Reducir el colesterol al equivalente a un huevo al día como máximo
  4. Comer más carbohidratos, especialmente los provenientes de granos
Como todos sabemos, este informe sirvió como base para crear la Pirámide Alimenticia de la USDA, que es la base de la nutrición moderna. Esto, que suena muy técnico y muy moderno, es una aberración en sí porque la pirámide tiene una amplísima base de granos y cereales y, para quien no lo sepa, USDA significa Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, y su misión, como cualquiera puede sospechar, es el fomento de la venta y consumo de los productos de la agricultura norteamericanos, tradicionalmente los granos y los cereales. ¿Le sorprende? Pues espere, aún hay más.
También sería lógico pensar que si el informe McGovern incluía estas pautas nutricionales, este informe estaría respaldado por una serie de científicos que habrían testificado a favor en el comité. Sin embargo, el famoso John Yudkin testificó que el verdadero causante de la epidemia de diabetes y enfermedades cardiovasculares era el azúcarPeter Cleave testificó que el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes eran enfermedades de la era moderna y era absurdo culpar a los alimentos milenarios de los males de la civilización actual. Cleave dijo que si había que mirar la nutrición como fuente del problema, habría que mirar los alimentos modernos como el azúcar y las harinas refinadas. La Asociación Médica Americana (AMA) dijo que la evidencia que proponía el informe no era concluyente y por lo tanto era probable que hubiese potencial para producir efectos negativos en la salud de las personas si se producía un cambio radical a largo plazo en el plan nutricional de la sociedad. Vamos, lo que ha venido a ocurrir. Por último, el director de la Academia Nacional de Científicos en Estados Unidos (NAS), Phillip Handler, testificó ante el comité: "¿Qué derecho tiene el gobierno federal para proponer que la sociedad norteamericana realice un vasto experimento nutricional con sus miembros como sujetos con la base de tan poca evidencia científica?"Poco sabía el pobre Handler que, en realidad, el experimento se iba a contagiar cual plaga a casi todo el mundo civilizado de la mano de las compañías de alimentos Norteamericanas.

Pero McGovern era un fiel seguidor de la teoría de los lípidos, principalmente porque era lo que su propio médico le había recomendado y no porque la hubiese investigado el mismo, y, en un video que quedará para los anales de la historia, le contestó a Phillip Handler y al resto de científicos que pidieron más tiempo para investigar y obtener resultados consistentes antes de dar las nuevas pautas nutricionales a la sociedad norteamericana que "los senadores no tenemos el lujo del que disponen los investigadores que es esperar el tiempo suficiente hasta que lleguen las pruebas concluyentes que confirmen una teoría"La típica estupidez de un político imponía su criterio por encima de las pruebas realizadas por los científicos. De modo que los efectos perniciosos de la grasa saturada se convirtieron en política nutricional porque los senadores no tenían tiempo para esperar que llegara la evidencia científica. Esto que parece una decisión banal tuvo unos efectos mucho peores de lo esperado, y no me refiero sólo a los efectos para la salud, sino a efectos científicos.

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Logotipo de la AMA
Al convertirse la Hipótesis de los Lípidos en política de estado, tanto el gobierno Norteamericano como la Asociación Americana del Corazón soportaban abiertamente esta teoría, y resulta que entre ambos organismos disponían del 90% de los fondos dedicados a la investigación cardiovascular. No es difícil predecir la dirección que, desde ese momento, iban a tomar todos los estudios que pretendiesen obtener financiación: todos y cada uno de ellos se encaminó a demostrar que la hipótesis de los lípidos era certera.

El científico norteamericano George Mann escribió en el New England Journal of Medicine en 1977 que la hipótesis de los lípidos era el mayor timo científico del siglo y que, disentir de la hipótesis significaba perder los fondos para la investigación. El investigador Gary Taubes escribió mas tarde "Los nutricionistas sabían que si sus estudios fallaban en apoyar la postura gubernamental en la hipótesis de los lípidos, los fondos irían a parar a estudios que si la soportaran". El Doctor Peter McColley, investigador de Harvard, escribió un artículo titulado "Algo distinto al colesterol tiene que estar causando esta epidemia cardiovascular". En ese artículo, venía a decir que Harvard, que apoyaba la teoría del gobierno y el propio gobierno, que financiaba los estudios de Harvard, estaban equivocados.

Para agradecerle su integridad científica en la búsqueda de la verdad, la universidad de Harvard le quitó sus becas para investigación y le forzó a dimitir de su puesto. Y pese a tener un historial científico inmejorable, le costó más de dos años encontrar otro trabajo de investigación porque, como más tarde descubrió, Harvard le había incluido en una lista negra de científicos no maleables. Esto es lo que le ocurre a los científicos que no bailan al son de los políticos.

© time
Portada Revista Time
Por aquel entonces, la hipótesis de los lípidos ya se daba como buena y la revista time le dedicaba la portada con un artículo titulado "Se prueba que el colesterol es mortífero y nuestra dieta ya nunca será igual". La prensa pasó de hipótesis a realidad una teoría con una simple portada en una revista.

Pero la evidencia científica en que se basaba la revista Time para afirmar que se había comprobado la relación causa-efecto entre el colesterol y las enfermedades cardiovasculares era que en 1984 se había lanzado una droga al mercado que rebajaba el colesterol a los pacientes con colesterol alto genético y se había reducido ligeramente la incidencia de muertes por ataques al corazón en estos pacientes.

Al analizar el estudio científico que soportaba esta nueva prueba, podemos comprobar los siguientes datos: El estudio, basado en dos grupos, uno al que se le administraba Cholestyramine y otro al que se le administraba placebo, tuvo un alcance de 3.000 sujetos durante 10 años. En el grupo del medicamento, ocurrieron 30 muertes por ataques al corazón y un total de 68 muertes. En el grupo del placebo, 38 muertes por ataque al corazón y 71 muertes en total. Usando un poco de matemáticas básicas se puede comprobar que la diferencia global en muertes por ataques al corazón es del 0,49%, ¡menos del 1%! entre los que tomaban el medicamento y los que no lo tomaban. Una diferencia despreciable sin duda.

Sin embargo, en el artículo de la revista Time se podía leer que el Dr. Basil Rafkind, basándose en este estudio, decía "la evidencia científica contenida en el estudio indica poderosamente que cuanto más bajes el colesterol y las grasas en tu dieta, más se reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular". Obviamente, este Dr. Rafkind no ha pasado a la historia como ejemplo de independencia científica. En realidad, el Dr. Rafkind acababa de inventar una modalidad científica llamada Teleoanálisis, de muy limitada utilidad en este caso, al asociar un estudio de un medicamento con nula capacidad curativa con una dieta.

Lo que la revista Time no decía en su artículo era que la primera generación de medicamentos para bajar el colesterol nunca vio la luz porque el estudio clínico de la primera droga sintetizada que bajaba el colesterol, el Clofibrate, tuvo que suspenderse a mitad de camino al haber producido la muerte al 47% del grupo que la estaba tomando.

De este modo, tras el artículo de Time, en la mitad de la década de los 80 estallaba el boom por los productos bajos en grasa, desnatados o productos light, que desafortunadamente persiste hasta nuestros días incluso en España.

Pero, si por cualquier motivo que escape a mi conocimiento, la hipótesis de los lípidos fuese correcta, resulta razonable pensar que este patrón lo encontraríamos en cualquier lugar del mundo. Pues no, ni por asomo. Para empezar, tenemos la paradoja francesa: comen el doble de grasas saturadas que los norteamericanos, cuatro veces más mantequilla, tres veces más cerdo y un 60% más de queso. Sin embargo, tienen aproximadamente un tercio de las muertes por accidentes cardiovasculares que los Norteamericanos. Los científicos a favor de la hipótesis de los lípidos se apresuraron a explicar la paradoja francesa asociando el consumo de vino tinto con los beneficios para la salud cardiovascular, dado que los franceses también toman más vino tinto que los norteamericanos. Ahora ya sabe, querido lector, de dónde viene el mito de que tomar vino tinto es bueno para la salud, si bien es cierto que en muy pequeñas dosis, que no son las dosis comparativas francesas/norteamericanas, si que es saludable.

También tenemos la paradoja suiza. El segundo país del mundo civilizado que más grasas saturadas toma y el segundo país con menos muerte por afecciones cardiovasculares. Además, por si fuera poco y para que todo quede en casa, existe la paradoja española. En los últimos 30 años ha crecido aquí mismo el consumo de grasas saturadas y se ha reducido la incidencia de accidentes cardiovasculares.

En cuanto al colesterol, la OMS ha realizado un macro estudio recientemente en multitud de poblaciones alrededor del mundo, tratando de confirmar una correlación entre el nivel de colesterol y los ataques al corazón, pero no han podido probarlo. De hecho, han encontrado quepaíses como Luxemburgo tienen un colesterol medio muy alto y una bajísima tasa de ataques al corazón, mientras que países como Rusia o Venezuela, manteniendo niveles medios y bajos de colesterol, sufren cantidades desorbitadas de ataques al corazón, por hablar sólo del mundo occidental. En el mundo oriental, y en las zonas tropicales en que el Aceite de Coco (saturado en un +/-85%) predomina en las dietas, las tasas de mortalidad por ataques al corazón son, simplemente, inexistentes. En realidad, lo que si se ha demostrado es que el 72,1% de las personas que sufren un ataque al corazón tienen el colesterol por debajo de 130. En Estados Unidos estos datos son alarmantes porque el 67% de la población tiene el LDL por debajo de 130 y, sin embargo, sufre un 72% de los infartos totales, lo que claramente muestra que aquellos que tienen el colesterol bajo sufren más infartos que los que lo tienen alto. Sin embargo, a la vista de estos datos, cuando lo lógico hubiese sido recomendar elevar los niveles de colesterol, el periódico USA Todaypublicaba que lo lógico era bajar aún más los niveles de colesterol porque, "evidentemente", 130 era una cifra aún demasiado alta. Junte a un periodista con un político y esto es lo que obtendrá: negación absoluta de la evidencia.

Pero no concluiré sin dar una pincelada sencilla sobre la verdadera causa de las enfermedades cardiovasculares que también he podido estudiar. Según parece, cuando las arterias se dañan y se inflaman, el colesterol de baja densidad (LDL) acude a reparar los daños. El LDL, según sabemos ahora, existe en dos variedades, una más grande y una más pequeña por hacerlo sencillo. Las moléculas más grandes son beneficiosas y tienen una serie de efectos positivos para la salud. El problema viene con las más pequeñas, que acuden a taponar las heridas en el interior de los vasos sanguíneos y, dado su tamaño, se acaban colando en la pared del vaso. Allí quedan atrapadas y se oxidan, dando lugar a la llegada de glóbulos blancos que acaban formando la placa junto con el calcio. Este es el motivo por el que las enfermedades cardiovasculares no tienen nada que ver con la cantidad de colesterol que hay en el cuerpo sino con el tipo de colesterol que hay, y no me refiero a la relación HDL/LDL, sino al tipo de LDL que tenemos. No creo que pase mucho tiempo hasta que veamos análisis con el LDL diferenciado según el tipo.

Pero, ¿qué es lo que causa los daños iniciales en los vasos que hace que sea necesario el LDL para efectuar reparaciones? Lo causantes son tres principalmente:
  1. Fumar
  2. Glucosa alta en sangre
  3. Estrés emocional
El motivo 1 y el 3 son claramente sociales, así que, avanzando un paso más, ¿qué es lo que eleva la glucosa en la sangre? Principalmente, el azúcar y los carbohidratos refinados, justo la base de la pirámide alimenticia.


Comentario: En SOTT hemos expuesto en más de una ocasión la conspiración detrás de las fuertes campañas mundiales antitabaco y su intención de evitar el uso de la nicotina como sustancia beneficiosa.



Se culpa al uso milenario del tabaco por enfermedades como el enfisema pulmonar y cáncer en vías respiratorias, cuando los principales detonantes de estos males son la contaminación, el asbesto y los químicos añadidos a los cigarrillos comerciales, no el tabaco en sí.

(Amplíe la imagen para apreciar todo lo que lleva un cigarro comercial)

Cabe señalar que la primera campaña anti-tabaco surgió en la Alemania Nazi, ¿no nos dice esto algo sobre nuestro sistema político actual? El tema en si es controversial, debido a nuestra programación social, pero con un poco de apertura e investigación podemos darnos cuenta de que nos han mentido acerca del tabaco y nos han tratado de ocultar los beneficios de la nicotina.

La verdad de la cuestión es que la nicotina de la planta del tabaco es extremadamente beneficiosa para el cerebro y el sistema respiratorio. La población indígena ha consumido tabaco durante 2000 años. Chamanes tribales utilizaron esta hierba medicinal para el tratamiento de trastornos respiratorios. En la década de 1800, los médicos utilizaron los productos de tabaco para tratar el asma. Los que dejan de fumar tienen un riesgo 6 veces mayor de problemas auto-inmunes de tiroides. Está demostrado que fumar tabaco mejora la sinapsis de las neuronas, desarrolla la creatividad, reduce el estrés, e incluso ayuda a tratar enfermedades como el Alzheimer.

Para un mejor entendimiento sugerimos la lectura de los siguientes artículos:

- Investigadores del cerebro: Fumar aumenta la inteligencia
¡Vamos todos a encenderlo!
Nicotina - El antídoto para Zombies
Campaña anti-tabaco: siguiendo el rastro de una ciencia corrupta
Fumar durante el embarazo perjudica a su hijo: un mito
Pestilencia, la Gran Peste y la cura del tabaco. 
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El siniestro plan de las campañas contra el tabaco para controlar a la gente y evitar que usen sus cerebros
Como los Mass Media manipulan la realidad: cáncer de pulmón, tabaco y el Trinity Test
Fumar ayuda a protegerse contra el cáncer de pulmón
Alerta de propaganda - Los lugares donde se ha fumado entrañan riesgos para la salud
Beneficios de la nicotina en pacientes con esquizofrenia
Un compuesto derivado del tabaco previene pérdidas de memoria similares a las que causa el Alzheimer
Nicotina para recuperar la memoria
Descubren que la nicotina mejora la memoria y el aprendizaje

Y no lo olvides... Fuma siempre tabaco natural.

¿Y qué alimentos producen las partículas pequeñas y densas de colesterol LDL de las que hablábamos hace un momento? Si, lo ha adivinado: el azúcar y los carbohidratos refinados.
En efecto, los científicos que testificaron hace 40 años en el comité McGovern que los culpables de la epidemia de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2 eran el azúcar y los carbohidratos refinados, estaban en lo cierto. Han tenido que pasar 40 años para que algunos empecemos a hacerles caso y además empezamos a ver estudios clínicos que avalan estas viejas ideas que fueron desechadas. Los políticos, expertos ellos, taparon la verdad en detrimento de nuestra salud.
En el American Journal of Clinical Nutrition, un informe publicado recientemente afirma, por ejemplo, que entre las mujeres post-menopaúsicas, un consumo elevado de grasas saturadas está directamente asociado con una menor progresión de las enfermedades cardiovasculares mientras que la ingesta de carbohidratos está asociada con una mayor progresión de las mismas. En la misma publicación, se dice que "los esfuerzos dietéticos para reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares deben enfatizarse principalmente en la limitación de los carbohidratos refinados".

En un estudio clínico publicado en "Annals of Internal Medicine" se concluye que el grupo que siguió una dieta alta en grasas y baja en carbohidratos mostró mayor reducción en la presión sanguínea, triglicéridos y colesterol pequeño y denso del tipo LDL, mientras que su colesterol HDL aumentó de media un 23%. Estudios en la universidad de Stanford apuntan en la misma dirección al comparar la dieta Atkins (rica en grasas) con la dieta Ornish (muy baja en grasa). Lo sorprendente de este estudio de Stanford es que el científico a cargo del mismo, John Emmerish, es vegetariano convencido desde hace años y, según dijo el mismo, le dolía inmensamente admitir estos resultados contrarios a sus propias creencias. Otro ejemplo de verdadera integridad científica que merece todos mis respetos contraria a las prácticas de Ancel Keys. En otras palabras, parece que la dieta que decían que nos estaba matando, en realidad es la que nos mantiene sanos.

© Desconocido
Pirámide nutricional.
Lo que el comité McGovern hizo en los Estados Unidos y replicó en buena parte del mundo al exportar la pirámide alimenticia fue reducir el consumo de proteínas, reducir considerablemente el consumo de grasas y aumentar disparatadamente el consumo de carbohidratos y esto, en definitiva, es lo que ha disparado los casos de obesidad y de diabetes en los países que siguen ese modelo nutricional, España entre ellos.

Y si la grasa no es el causante de esta epidemia de obesidad y diabetes, ¿Cuál es la causa? La respuesta médica oficial es que nos hemos vuelto una sociedad vaga, que come mucho y hace poco ejercicio. Vamos, que según parece, nuestro carácter ha cambiado en los últimos 40 años. De modo que según los médicos que promulgan este dogma engordamos porque somos vagos, comemos mucho y hacemos poco ejercicio. Pero esto es tan estúpido como decir que los alcohólicos son alcohólicos porque beben mucho. Lo correcto sería investigar la raíz del problema, por qué beben tanto o, en el caso de la obesidad, por qué comemos tanto.

En realidad, hay procesos bioquímicos, y no sociales, detrás de esta epidemia. Durante años nos han convencido de las teorías de las calorías y de que todo tiene que ver con las calorías que entran y las que salen del cuerpo. Nos han dicho que 3.500 calorías equivalen, someramente, a medio kilo de grasa, por lo que al producir un déficit de 3.500 calorías mediante ingestas limitadas de alimentos y ejercicio en exceso, perderíamos medio kilo. Esto es, simplemente, ridículo. Esta teoría no se sostiene en el papel y tampoco se ha sostenido en estudios clínicos. Por ejemplo, la Women's Health Initiative, involucrando a miles de mujeres, redujo la ingesta diaria de calorías en 360 Kcal/día, principalmente provenientes de la grasa, durante 8 años, con una pérdida de peso media de 1 Kg en el período. ¡Ridículo para un esfuerzo de 8 años!

En el otro extremo de los estudios, James Levine creó en una cárcel norteamericana un grupo con prisioneros que estaban en forma y les sobrealimentó durante cerca de un año con miles y miles de calorías, y no se consiguió que ganasen el peso que la ecuación preveía. De hecho, uno de los prisioneros consumió 10.000 calorías al día durante 200 días y tan sólo pudo coger cuatro kilos en el período.

En estudios que limitan la ingesta de calorías en ratones, al restringirles un 5% las calorías durante 4 semanas, los ratones crearon más tejido adiposo y perdieron masa muscular. Obviamente, existe algo más complejo en la obesidad y el metabolismo del cuerpo que la suma y resta de calorías.

Sabemos desde 1930, por los estudios Alemanes y Austriacos, que la grasa corporal es una parte esencial del metabolismo y que su cantidad viene determinada por hormonas, la más importante de ellas la insulina. ¿Porqué? Porque la insulina controla la cantidad de azúcar en sangre y las altas concentraciones de azúcar en sangre son tóxicas para el organismo. Por otro lado, el cerebro necesita azúcar en sangre para funcionar y una cantidad muy baja de azúcar puede causar el coma e incluso la muerte. Por ello, el metabolismo está diseñado para mantener el nivel de azúcar en sangre dentro de un margen muy estrecho, y lo hace de manera eficiente con la insulina. Es importante entender que el organismo puede convertir el azúcar en energía, pero también puede convertir la grasa en energía e incluso en condiciones muy extremas, las proteínas en energía. De hecho, cuando nos levantamos por las mañanas después del ayuno prolongado de la noche de 8, 9 o incluso 10 horas, nuestro cuerpo está usando en muchos casos grasa como energía a través de un proceso llamado Cetosis.


Comentario: El cerebro es capaz de funcionar perfectamente sin ingesta de hidratos de carbono. De hecho, funciona muchísimo mejor con un metabolismo basado en grasas, produciendo cuerpos cetónicos que tiene un efecto reparador e anti-inflamatorio en el organismo y en el cerebro. La dieta cetogénica es la ideal para tratar cáncer, enfermedades neurodegenerativas, trastornos del ánimo, etc. Para más información, ver: La dieta cetogénica - Una visión general

Cuando comemos, aumenta el nivel de azúcar en sangre y el organismo segrega insulina. Se produce un cambio y pasamos de utilizar grasa a usar azúcar como combustible principal. En efecto, la insulina produce que las células utilicen el azúcar como combustible al tiempo que hace que el tejido adiposo capture la grasa del torrente sanguíneo para que esta no esté disponible para el resto de las células del cuerpo y asegurarse que las células usan azúcar como combustible. Pero si la cantidad de azúcar en sangre es demasiado alta para las necesidades energéticas del cuerpo, el azúcar pasa al hígado donde se convierte en grasa para almacenarse en el tejido adiposo como reserva de combustible. Esto es debido a que podemos almacenar grasa en el tejido adiposo pero no podemos almacenar azúcar.

Cuando el nivel de azúcar en sangre baja porque se ha utilizado como combustible, baja también el nivel de insulina y por tanto la grasa vuelve al torrente sanguíneo para ser usada como combustible hasta que vuelva a subir el nivel de azúcar en sangre, con otra comida. Por lo tanto, el tejido adiposo es el tanque de combustible donde se almacenan las reservas de energía del cuerpo. Como se puede apreciar, es un sistema magnífico y muy avanzado para asegurar un aporte energético constante a todas las células del cuerpo.

¿Cómo hemos llegado a romper un sistema tan avanzado y creado una epidemia de obesidad? Para entenderlo hay que empezar por entender que los carbohidratos no son más que moléculas de azúcar enlazadas entre ellas y que en cuanto entran en el cuerpo son literalmente separadas en moléculas de azúcar de una manera muy eficiente en algunos casos. El índice glucémico mide la velocidad a la que el cuerpo humano convierte alimentos en azúcar. Durante la mayor parte de nuestra evolución, el ser humano ha consumido alimentos con índices glucémicos entre 0 y 40, alimentos que tardábamos en convertir en azúcar. Veamos algunos ejemplos de lo que comemos hoy, mucho de lo cual forma parte de la maldita pirámide alimenticia:

Azúcar de mesa: I.G. 64
Coca Cola: I.G. 63 (viene a ser como beber azúcar)
Cereales: I.G. 61
Copos de trigo: I.G. 67
Pan: I.G. 70
Patata Asada: I.G. 80

Salvo que sea usted diabético, su nivel de azúcar en sangre en cualquier momento del día es equivalente a una cucharadita y media en total. Si sigue usted la pirámide alimenticia y toma 400 gramos de carbohidratos, estos se metabolizan en el equivalente a unas 2 tazas de azúcar. ¿Tiene sentido? Claro que no. Al ingerir esta cantidad de azúcar el cuerpo tiene que generar una cantidad inmensa de insulina porque, recordemos, los niveles elevados de azúcar en sangre son tóxicos.

Cuanta más azúcar ponemos en el flujo sanguíneo, más forzamos la secreción de insulina, comida tras comida, y, eventualmente, las células del cuerpo y los órganos empiezan a acostumbrarse a la presencia continua de grandes cantidades de insulina y acaban desarrollando una resistencia a la misma. Al mismo tiempo que la insulina está forzando a las células a tomar azúcar como alimento, está forzando la grasa dentro del tejido adiposo, por lo que a más insulina, más azúcar que se metaboliza en grasa y más grasa que se almacena en el tejido adiposo. Y, cuanta más insulina haya en la sangre, más difícil es que la grasa vuelva a abandonar el tejido adiposo para volver al torrente sanguíneo y ser usada como combustible, por lo que incluso cuando no comemos, la grasa se mantiene donde está debido a la constante presencia de insulina en sangre.

Como colofón a este pastel metabólico, cuando la cantidad de azúcar en sangre disminuye y la cantidad de insulina no permite que la grasa abandone el tejido adiposo, las células del cuerpo tienen un déficit energético, lo que nuestro cerebro interpreta como "necesito comer" y, voilá, otra vez tenemos hambre aunque tengamos reservas suficientes de grasa almacenada. Por lo tanto, volvemos a comer, volvemos a disparar el azúcar en sangre, a segregar más insulina y, en definitiva, a almacenar más grasa. De modo que no sepa usted que no engorda porque comas más, sino que come más porque engorda, que no es lo mismo. Desde un punto de vista meramente bioquímico, los obesos no comen mucho, comen lo que necesitan como energía porque la grasa de su tejido adiposo no se libera de vuelta al torrente sanguíneo. Y como el cuerpo es sabio, incluso cuando algo no funciona, al comprobar que la grasa no fluye al riego desde las células adiposas, estas se hacen más grandes para favorecer que la grasa salga de ellas cuando se produce la resistencia a la insulina en el metabolismo. Por lo tanto, acaban almacenando aún más grasa en las mismas células.

© desconocido
Ratón Engordado con Insulina
La siguiente pregunta que cabría hacerse es ¿Cómo de potente es este síndrome de resistencia a la insulina? Pues este síndrome metabólico, antesala de la diabetes tipo 2, es tan potente que en ensayos en laboratorio se han obtenido resultados asombrosos. Por ejemplo, al inyectar insulina a ratones de laboratorio de manera continua se ha conseguido que engorden hasta proporciones comparables a la obesidad mórbida humana. Se ha seguido inyectándoles insulina al tiempo que se ha ido reduciendo la comida que se ponía a su disposición y, pese a tener grasa acumulada en cantidad, los ratones han acabado muertos, literalmente, de hambre sin quemar nada de grasa. 

Por eso, cuando los obesos, que habitualmente ya tienen una resistencia severa a la insulina, se embarcan en dietas bajas en grasas y ricas en hidratos de carbono, no logran perder peso y, al contrario, incluso lo ganan, a lo que sus dietistas replican que la culpa es suya por ser vagos y hacer poco ejercicio. Si fuera por estos dietistas, los obesos morirían del mismo modo que los ratones, de inanición.

La diabetes tipo 2 que se produce como continuación al desarrollo de la resistencia a la insulina, solía ser llamada la diabetes de la edad, porque se daba en personas mayores que habían agotado sus células pancreáticas de tanto producir insulina. Sin embargo, hemos pasado a denominarla diabetes tipo 2 porque ahora afecta también a jóvenes e incluso adolescentes. Esto, como cualquiera puede deducir, no es fruto de que sean vagos, no hagan ejercicio o coman demasiado. Tiene que ver con la pirámide alimenticia y la descomunal ingesta de carbohidratos, en particular de azúcar y harinas refinadas.

Veamos algunos datos clarificadores. En los Estados Unidos, en la última década, los casos de diabetes tipo 2 se han duplicado y aproximadamente el 25% de la población mayor de 60 años la sufre. Se cree que más del 40% de la población Norteamericana sufre o sufrirá diabetes. Esto le ocurre a una población que consume aproximadamente el 55% de sus calorías de los carbohidratos, el 33% de la grasa y el 12% proveniente de las proteínas. ¿Alguien sigue teniendo alguna duda de la causa de esta epidemia? Lo que es paradójico es el mensaje que lanzamos a la población. Por ejemplo, la Asociación Americana de la Diabetes tiene publicados estos "consejos" nutricionales:
El sistema digestivo convierte los carbohidratos en azúcar de manera rápida y sencilla.
Los carbohidratos son la comida que más influencia el nivel de glucosa en sangre.
Cuantos más carbohidratos comas, mayor será tu nivel de glucosa en sangre.
Cuanto mayor sea tu nivel de glucosa, más insulina necesitarás para que el azúcar llegue a las células.
La pirámide nutricional es la manera más sencilla para recordar las comidas más sanas.
En la base de la pirámide, están el pan, los cereales, el arroz y la pasta. Todos estos alimentos están compuestos por carbohidratos mayoritariamente.
Necesitas de 6 a 8 raciones de esos alimentos cada día.
¿Quién es responsable de formular semejante disparate? Francamente, no puedo entenderlo. Pero, lo que de ningún modo me entra en la cabeza es que los médicos, personas de ciencia todos ellos, sigan recomendando la pirámide alimenticia y culpando a las grasas de la epidemia de obesidad y diabetes que padecemos incluso después de demostrarse que el estudio de Ancel Keys es un caso de grotesca manipulación de los datos y el comité McGovern emitió unas conclusiones basadas principalmente en este estudio. No alcanzo a comprender como, sabiendo todo lo que saben, no son capaces de ver con claridad donde está el problema y, al contrario, prefieren seguir predicando los dogmas a sabiendas de que no están basados en ciencia alguna... salvo que la burda manipulación matemática de los datos sea considerada ciencia.
Fuente: aceitedecoco.org
Visto en: sott.net