jueves, 19 de diciembre de 2013

Los paradójicos logros “burgueses” de la revolución maoísta ¿Qué capitalismo es el chino?


Le Monde Diplomatique (edición Cono Sur)


El programa de reformas lanzado por Deng Xiaoping en 1978 pretendía construir las bases para la modernización socialista del país. Pero produjo el más espectacular proceso de desarrollo capitalista de la historia. Paradójicamente, las condiciones para esta transformación provienen de los logros “burgueses” de la revolución maoísta de 1949.En 1978, cuando Deng Xiaoping lanzó su programa de reformas de mercado, su finalidad no era crear una economía capitalista. Deng, el “líder supremo” de China en el período post-maoísta, fue comunista desde sus 20 años, cuando era estudiante en Francia e ingresó al Partido Comunista Chino (PCCh), en 1924. En 1978 todavía preveía un futuro socialista para China. Pero como Lenin, Deng no se oponía a usar los medios del mercado capitalista para lograr los objetivos socialistas. El objetivo inmediato era el rápido desarrollo económico, empleando los métodos más expeditivos disponibles, manifiestamente para construir la base material para el socialismo. Si el poder político permanecía en manos del PCCh, Deng asumía que los deseados resultados socialistas surgirían finalmente del “desarrollo de las fuerzas productivas”.
Pero lo que realmente se produjo no fue la construcción de los cimientos del socialismo, sino el más masivo proceso de desarrollo capitalista en la historia contemporánea.
Hacia mediados de la década de 1990, los aspectos esenciales de una economía capitalista estaban firmemente establecidos. En primer lugar, la obtención de ganancias fue universalizada en la vida económica y establecida como el principal criterio para juzgar el éxito o el fracaso de virtualmente todas las empresas económicas. En segundo lugar, China se integró en la economía capitalista mundial, y ello inevitablemente tiende a remodelar las relaciones económicas y sociales internas de acuerdo con las normas capitalistas internacionales. En tercer lugar, se creó un enorme mercado de trabajo, en parte por la proletarización de cientos de millones de campesinos que fueron forzados a ello por la nueva mercantilización de la tierra; en parte por la destrucción del “tazón de arroz y de hierro”, el término despreciativo que utilizaban los reformistas partidarios del mercado para referirse al sistema de seguridad de empleo y los beneficios de seguridad social de que gozaba una parte de la clase obrera urbana. Y en cuarto lugar, los reformadores post-maoístas procedieron con cautela pero inexorablemente hacia un sistema de facto (si no necesariamente de jure) de propiedad privada de los medios de producción, primero en el campo a través de formas variadas de tierras “contratadas”, y luego más explícitamente en las empresas urbanas y las propiedades inmobiliarias.
“Empresarios socialistas”
Los dirigentes chinos post-maoístas reconocieron desde el inicio que una economía de mercado presuponía una burguesía, o una clase de “empresarios socialistas”, tal como preferían llamarlos. Pero la burguesía china moderna, que siempre fue una clase pequeña y débil, había dejado de existir a fines de los años 1950. La mayoría de los miembros más ricos de la burguesía se fueron del continente en 1949, cuando el triunfo comunista, y sus empresas abandonadas fueron nacionalizadas inevitablemente por el nuevo régimen. Las industrias y otros negocios de aquellos burgueses que se quedaron fueron expropiados o comprados por el nuevo Estado comunista. En el segundo caso, los ex propietarios recibieron como compensación bonos del gobierno a tasas bajas no heredables. Así, lo que quedaba de la burguesía china al final del período maoísta, en 1976, era un pequeño grupo de ancianos jubilados que cobraban modestos dividendos de los bonos estatales.
De modo que si se iba a imple mentar una estrategia de mercado debía crearse una burguesía. ¿Y qué más lógico que ésta fuese en gran parte reclutada en las filas del PCCh? Los funcionarios del partido tenían la influencia política y las habilidades para aprovechar mejor las ventajas pecuniarias que ofrecía el mercado. Superando las inhibiciones ideológicas –cuando existían– muchos cuadros del partido se precipitaron a participar ellos mismos en los negocios o a acomodar a sus hijos, parientes y amigos en posiciones lucrativas en lo que pronto se convertiría en una red de relaciones clientelares.
En la década de 1980, con la creación de una burguesía funcional, se cubrieron los requisitos esenciales, sociales e institucionales para una economía capitalista. Al mismo tiempo, las condiciones sociales para el capitalismo fueron reforzadas ideológicamente por la creciente influencia de las teorías económicas neoliberales y una creencia casi mística en la “magia del mercado”. Los planificadores económicos chinos, algunos de los cuales habían estudiado en las escuelas de negocios de los países industrializados, comenzaron a imitar a sus homólogos occidentales. Y, como un signo del humor intelectual imperante, los escritos de Milton Friedman adquirieron una popularidad extraordinaria entre los intelectuales, estudiantes y funcionarios gubernamentales. Friedman, el gurú del “libre mercado”, visitó China para dar una muy publicitada gira de conferencias en 1980 y 1988, prodigando elogios a sus nuevos discípulos chinos.
Costos sociales extremos
Durante las tres décadas transcurridas desde 1978, y sobre la base de una ya considerable estructura industrial moderna construida durante el cuarto de siglo anterior, el PIB chino creció a una tasa anual promedio del 9%, un ritmo a largo plazo sin precedentes en la historia contemporánea. El frenético y masivo avance del desarrollo capitalista en China rememora el asombro que llevó a Karl Marx a escribir que la burguesía “ha creado fuerzas productivas más masivas y colosales que todas las generaciones precedentes juntas. La sujeción de las fuerzas de la naturaleza al hombre, la maquinaria, la aplicación de la química a la industria y la agricultura, la navegación a vapor, los ferrocarriles, los telégrafos eléctricos, la preparación de continentes enteros para el cultivo, la canalización de ríos, poblaciones enteras trasladadas fuera de sus tierras... ¿quién un siglo antes tenía siquiera un presentimiento de que semejantes fuerzas productivas dormían en el regazo del trabajo social?” (1).
Pero en Marx la celebración de las fuerzas productivas del capitalismo iba acompañada por un agudo reconocimiento de su destructividad social y de una razonada advertencia sobre los espantosos costos humanos que exigirían las ingobernables fuerzas económicas que el capitalismo había desencadenado. “Una sociedad que ha conjurado semejantes medios poderosos de producción e intercambio –escribió Marx– es como el hechicero que ya no puede controlar los poderes subterráneos que ha invocado con sus sortilegios” (2).
Los “poderes subterráneos” que los reformadores de mercado del PCCh han desatado son ahora evidentes. Cientos de millones de campesinos han sido expulsados de las tierras que ocupaban, transformándose en una gran “población flotante” de trabajadores que buscan trabajos temporales en la construcción o como sirvientes en las ciudades y pueblos. Aquellos que permanecen en el campo son oprimidos por los corruptos funcionarios locales, una fuente continua de “acumulación primitiva de capital” para los empresarios burocráticos. En las florecientes ciudades, los nuevos ricos alardean de sus riquezas e imitan a sus homólogos occidentales en una orgía de consumo ostentoso. Al mismo tiempo la clase obrera urbana, amenazada por un vasto ejército de reserva laboral, sufre la erosión de su tradicional seguridad de empleo y de sus beneficios sociales.
Por supuesto, no hay nada particularmente chino en lo que se refiere a estos costos sociales del desarrollo capitalista. La mercantilización del trabajo y la tierra, el crecimiento de agudas disparidades sociales, la masiva destrucción ambiental: en las tempranas etapas de la industrialización capitalista esos males sociales fueron generados en todas partes. Pero en China, debido a la escala y al ritmo extraordinariamente acelerado del desarrollo, las consecuencias sociales son más extremas y se producen en la mayor escala de la historia capitalista mundial.
Pero aún habría qu e preguntarse si el capitalismo chino es realmente capitalismo. Un pequeño y menguante número de observadores extranjeros simpatizantes enfatiza el rol del Estado y los sectores colectivos en la economía china, sosteniendo que es efectivamente una “economía socialista de mercado”, a mitad de camino entre el capitalismo y el socialismo, y tienen la esperanza de que finalmente se dirija hacia este último. Un número mucho mayor de observadores occidentales duda de la autenticidad del capitalismo chino, al que frecuentemente llaman “capitalismo de compinches” o “corporativismo leninista”. Ambos puntos de vista se centran alrededor del papel del Estado comunista en la economía china, un asunto de necesario análisis para lograr cierta comprensión de la naturaleza social del régimen chino y su futura dirección.
Creación de una burguesía
El rol del Estado en el desarrollo del capitalismo ha sido oscurecido, a causa de la necesidad ideológica de retratar al capitalismo como la expresión de cierta naturaleza humana esencial. Esta necesidad encontró su expresión en la ideología del “libre mercado”, que sostiene que el capitalismo opera mejor (y más naturalmente) cuando está libre de toda intervención gubernamental externa.
Sin embargo, el poder del Estado ha estado íntimamente involucrado en el desarrollo del capitalismo moderno desde su origen. Incluso en Inglaterra, la patria clásica del desarrollo capitalista, fue necesaria la intervención del Estado para crear un mercado de trabajo, una condición esencial para el desarrollo del capitalismo industrial moderno. Los cercamientos de tierras del siglo XVII, que promovieron el capitalismo rural mientras empujaban a millones de campesinos fuera del campo para ser finalmente transformados en proletarios urbanos, no fueron simplemente el trabajo de leyes económicasnaturales sino leyes del Parlamento impuestas por los jueces y la policía. Y fue la reforma de la Ley de Pobres de 1834 la que finalmente eliminó los derechos tradicionales de subsistencia a favor de un “mercado libre de trabajo”, cuyo funcionamiento fue impuesto mediante la amenaza del hospicio. El Estado británico estuvo muy implicado en la creación de las condiciones necesarias para el desarrollo del capitalismo industrial moderno.
En el desarrollo del capitalismo tardío el Estado ha tenido un papel cada vez más importante. El Estado de Bismarck aportó la mayor parte del impulso y la dirección para el rápido desarrollo del moderno capitalismo industrial en Alemania a fines del siglo XIX, mientras que la industrialización promovida por el Estado fue la característica dominante de la historia de Japón en la era Meiji (1868-1912), los dos casos más celebrados de la denominada “modernización conservadora”. En los “nuevos países industrializados” del período posterior a la Segunda Guerra Mundial, la modernización capitalista patrocinada por el Estado ha sido casi universal. Corea del Sur, Taiwán y Singapur están entre los ejemplos más exitosos. Una variante de este modelo de industrialización ha sido una “triple alianza” (entre el Estado, las multinacionales y el capital local) supervisada por el Estado, un diseño que puede ser ejemplificado por Brasil, en las décadas subsiguientes a la Segunda Guerra Mundial (3).
Alemania, Japón, ¿China?
En todos estos casos de “modernización conservadora” –es decir, la modernización capitalista sin una revolución democrática burguesa completa– la burguesía (el agente del desarrollo capitalista) no ha tenido en demasía el ejercicio del poder a través del aparato del Estado, sino que más bien ha sido dependiente del Estado. Tanto en la Alemania del canciller Bismarck como en el Japón de Meiji, la naciente burguesía intercambió “el derecho a gobernar por el derecho a hacer dinero” (4).
La China post-maoísta podría ser vista como otra variante de este camino conservador hacia la modernización capitalista. Pero en un aspecto esencial el modelo chino contemporáneo es de un carácter aun más centrado en el Estado y más burocrático de lo que fueron sus predecesores alemán y japonés. En la Alemania de Bismarck y el Japón de Meiji existían clases burguesas autóctonas (aunque débiles), cuyos intereses el Estado autocrático podría promover y cuyas energías podrían ser guiadas por las autoridades estatales hacia el objetivo del desarrollo económico nacional. El resultado de ambos casos fue una burguesía dependiente del Estado, pero no simplemente una creación del Estado.
En China, al contrario, a fines de la década de 1970, cuando se lanzó el programa de reforma de mercado, hacía largo tiempo que la burguesía china había dejado de existir en tanto clase social operativa. Se tenía que crear de nuevo una burguesía. Esto fue realizado por el mismo Estado-Partido Comunista, que asumió la tarea de producir tanto la burguesía urbana como la rural, en gran medida desde sus propias filas. Sin embargo, la economía china funcionalmente no es hoy menos capitalista de lo que fueron sus contrapartes alemana y japonesa un siglo antes.
Es muy posible que el peculiar origen de la burguesía china contemporánea tenga consecuencias políticas menos felices. Sobre la base de una lectura más bien simplista del surgimiento de la democracia política en los primeros países industrializados (como por ejemplo Inglaterra, Francia, Estados Unidos), está ampliamente asumido que la burguesía, por virtud tanto de sus intereses económicos como por sus ideales, procura limitar el poder del Estado. Así, se predica con frecuencia que el desarrollo del capitalismo y el crecimiento de la burguesía en China conducirán a un proceso de evolución política democrática. Pero resulta improbable que una burguesía que es creación del Estado comunista, que permanece tan dependiente de ese Estado y que en muchos aspectos aún está ligada material y psicológicamente al aparato del Estado-Partido, tienda a limitar el poder de un Estado del que tanto se beneficia. No se trata tanto de que la nueva burguesía china sea políticamente tímida, sino de que sus intereses económicos están bien protegidos por el Estado que la creó. De producirse, cualquier impulso serio para un proceso de evolución democrática vendría así de las víctimas, y no de los beneficiarios del capitalismo promovido por el Estado.
El nuevo “taller del mundo”
Los aspectos sociales y políticos del desarrollo económico en la China post-maoísta conforman un régimen que puede ser caracterizado mejor como un capitalismo burocrático; esto es, un sistema de economía política donde el poder político es empleado para generar la acumulación privada a través de métodos capitalistas de actividad económica. El fenómeno no es una novedad en la historia mundial. En efecto, en mayor o menor medida, el uso de influencias políticas para obtener beneficios económicos privados es un rasgo extendido de la economía capitalista. Incluso en los países capitalistas más avanzados, los que más ruidosamente se presentan como los campeones de las virtudes del prístino “mercado libre”, una carrera gubernamental es frecuentemente el preludio para otra carrera más lucrativa en una empresa capitalista usualmente relacionada con el aparato estatal.
En la historia de China, el capitalismo burocrático ha sido un fenómeno inusualmente importante. Sus orígenes se remontan a más de 2.000 años, hasta la antigua dinastía Han, cuando los monopolios del Estado fueron establecidos para la producción y la venta de bienes tan lucrativos como la sal y el hierro. Los comerciantes privados administraban la producción y la distribución, pero lo hacían bajo la supervisión de los burócratas imperiales. Los empresarios privados y los funcionarios del Estado conformaron una relación simbiótica, y ambos se beneficiaron enormemente durante siglos. Pero no fue hasta el ascenso del régimen nacionalista de Chiang Kai-Shek, en 1927, que China tuvo la dudosa distinción de producir el que es tal vez el caso clásico de “capitalismo burocrático” en la historia mundial. Durante el período de gobierno nacionalista (1927-1949), el sector moderno de la economía china estuvo dominado por las “cuatro grandes familias”: los Kung, los Soong, los Chen y los Chiang. Estrechamente relacionadas mediante la política y los matrimonios, estas cuatro familias controlaban el aparato del Partido-Estado nacionalista, y por virtud de este control político dominaban –como capitalistas privados– el sector moderno de la economía china.
Los objetivos principales de la Revolución Comunista, tal como Mao Zedong los enunciara en la década de 1940, eran destruir a los terratenientes feudales en el campo y a la “burguesía burocrática” en las ciudades. No era la intención, decía Mao, eliminar el capitalismo en general, el que continuaría existiendo “durante un largo período” para servir a las necesidades del desarrollo económico nacional (5). Por eso es irónico que sólo treinta años después del triunfo revolucionario, el Estado comunista recreara una burguesía burocrática junto con el capitalismo en general.
Ritmo y escala asombrosos
El capitalismo burocrático de la China post-maoísta no representa una simple resurrección de la economía política de la era del Guomindang. El capitalismo burocrático bajo el régimen del Guomindang (y sus encarnaciones anteriores del siglo XIX), estuvo económicamente estancado, aun cuando la burguesía burocrática prosperó. En sorprendente contraste, el capitalismo burocrático de la China contemporánea está asociado a tasas de crecimiento económico extraordinariamente altas, que han transformado a este país, en palabras de Martin Wolf, en “el taller del mundo”, un título antes reclamado por Inglaterra en el siglo XIX (6). El ritmo y la escala del avance económico de la República Popular son sorprendentes. Informes recientes, por ejemplo, revelan que China suma ahora más poder de energía eléctrica cada año que todo lo producido por Gran Bretaña en su red eléctrica nacional (7). Y en la reciente reunión del Congreso Nacional del Pueblo en Pekín, el primer ministro chino Wen Jiabao anunció un programa de modernización de la industria del acero, revelando que las viejas plantas que serán reemplazadas tienen ellas solas más capacidad productiva que la totalidad de la capacidad productiva de la industria del acero de Alemania (8).
¿Por qué el capitalismo burocrático del período nacionalista perpetuó el estancamiento económico, mientras un sistema sociopolítico muy similar en la China post-maoísta ha logrado un fenomenal crecimiento económico? Cualquier investigación seria acerca de las razones de este sorprendente contraste debería centrarse, en gran medida, en las diferencias existentes entre las sociedades chinas anterior y posterior a la revolución. O, más precisamente, se debe tener en cuenta los logros de la Revolución de 1949 en tanto revolución burguesa. El régimen nacionalista de Chiang Kai-Shek, más allá de sus bien conocidos defectos internos, se encontró en el contexto histórico más desfavorable, un sistema casi feudal de propiedad terrateniente que despilfarraba –más que acumulaba– capital, y un sistema político arcaico jaqueado por los señores de la guerra separatistas; un país política y económicamente fragmentado por el impacto de un siglo de imperialismo extranjero, y una burguesía débil y dependiente del capital extranjero. Los esfuerzos del régimen nacionalista para aliviar estas cargas precapitalistas, incluso a la luz del corto plazo y los limitados medios con que contaba, fueron débiles en el mejor de los casos.
Por otro lado, el régimen comunista chino realizó con éxito, en la década de 1950, las tareas esenciales de una revolución burguesa, aunque sin su componente democrático. Los comunistas unificaron una China por largo tiempo desintegrada, se liberaron de las intromisiones imperialistas y establecieron un gobierno duro pero efectivo. Con esto crearon las bases para un Estado-nación independiente y un mercado nacional; la clase parasitaria de los aristócratas-terratenientes fue destruida con la campaña de reforma agraria de 1950-1952, lo que permitió canalizar el excedente agrario en capital para financiar un programa de rápida industrialización impulsado por el Estado y lograr sorprendentes avances en alfabetización, atención médica y educación, creando una fuerza de trabajo moderna y excepcionalmente capaz. En síntesis, el gobierno maoísta, especialmente en la primera década, creó las condiciones esenciales para el proceso de rápido desarrollo capitalista que ha tenido lugar durante las tres últimas décadas.
El espectacular ascenso económico de China, por lo tanto, no es simplemente el resultado de las reformas de mercado de Deng Xiaoping y sus sucesores. También le debe mucho a los logros “burgueses” positivos de la Revolución de 1949. La herencia real de la revolución no fue el socialismo, un objetivo todavía proclamado ritualmente en Pekín, sino más bien el moderno objetivo nacionalista de la riqueza y el poder del Estado-nación.
Notas: 
1 . Karl Marx y Friedrich Engels,Manifiesto comunista, Centro Editor de Cultura, Buenos Aires, 2004.
2. Ibidem.
3. Peter Evans, DependentDevelopment, Princeton University Press, Princeton, Nueva York, 1979.
4. Barrington Moore,Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia, Ediciones Península, Barcelona, 1991.
5. “La situación actual y nuestras tareas”, 25 de diciembre, 1947, Obras escogidas de Mao Zedong, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1961.
6. The Financial Times, Londres, 25-11-03.
7. The Financial Times, Londres, 21-2-07.
8. The Financial Times, Londres, 6-3-07.
Maurice Meisner es profesor de Historia de la Cátedra Harvey Goldberg, Universidad de Wisconsin, Madison, Estados Unidos. Autor de La China de Mao y después, Comunicarte, Córdoba, 2007. 
Fuente: http://www.eldiplo.org/notas-web/que-capitalismo-es-el-chino/
Traducción: Jorge Santarrosa y Jaime Silbert

El negocio italiano de los residuos tóxicos sigue viento en popa


IPS


La belleza de la bahía de Nápoles bajo el sol poniente, el romanticismo de Sorrento y el esplendor escénico de la costa de Amalfi atraen a decenas de miles de visitantes al sur de Italia, pero no muchos saben que la zona esconde una sucia verdad.El área entre Caserta y Nápoles, en la región sudoccidental de Campania, es conocida como el “recipiente de basura” de Italia, gracias a la Camorra, la organización mafiosa napolitana.
Este país produce cerca de 100 millones de toneladas de basura al año, y más de un tercio lo oculta la Camorra.
El crimen organizado comenzó por cobrar a las industrias del norte por colocar sus desechos tóxicos en vertederos de Campania, especialmente en el de Resit en Giugliano. La eliminación de residuos, un sector poco regulado, era un frente fácil para generar y lavar dinero.
“Hace 20 años que alzamos nuestra voz, pero sin ninguna respuesta del gobierno. No quieren escuchar”, sostuvo Antonio Pergolizzi, de la organización ambientalista Legambiente, que investiga el tema desde 1994.
Legambiente acuñó incluso el término “ecomafia”.
La legislación italiana sobre disposición de residuos sólidos se adoptó en 2001, pero sin normas adecuadas para comprobar su correcta eliminación, y fue reformada en 2006 para incluir 152 tipos nuevos de delitos ambientales, como la eliminación ilegal y el tráfico organizado de residuos.
Pero en 2010, se supo que las medidas adoptadas por Italia para limpiar Nápoles infringían la legislación de la Unión Europea (UE) y esta envió un equipo de inspección a Campania. En 2012, la UE amenazó con una acción judicial contra Italia.
“La ecomafia está vertiendo sustancias tóxicas en las canteras, en las tierras, en las aguas, sin ningún cuidado de los acuíferos o el ambiente y con graves consecuencias para la comunidad”, afirmó Pergolizzi en un encuentro internacional de periodistas en Castell dell’Ovo, en el paseo marítimo de Nápoles, organizado por la entidad no gubernamental Greenaccord.
Este esquema fue retratado en 2006 en el libro “Gomorra”, donde el periodista Roberto Saviano detalla el funcionamiento de la Camorra napolitana y el negocio ilegal de la basura.
La crisis de la basura está casi institucionalizada, ya que a las empresas les resulta más barato pagar al crimen organizado para que se deshaga de sus residuos e incluso los envíe de forma ilegal a otros países, según el abogado antimafia Franco Roberti.
Roberti asegura que las mafias ahora también están haciendo alianzas con otros sectores no relacionados con los residuos.
“Buscan empresas para financiar, otorgar fondos, lavan dinero. La economía limpia de Italia está cada vez más sucia”, dijo.
Se sabe que parques eólicos y otros desarrollos de energías limpias se han construido con dinero de las mafias.
Pergolizzi sostiene que el crimen organizado está copando la construcción de carreteras y otros contratos y utiliza los sitios de construcción para mezclar grava y desechos tóxicos “en todo el norte y el sur de Italia”.
La construcción inmobiliaria en estas áreas de vertido se convirtió en un negocio rentable para las mafias.
Legambiente calcula que el vertido ilegal de residuos tóxicos en tierras agrícolas e inmobiliarias italianas mueve más de 26.000 millones de dólares al año.
El negocio abarca incluso los materiales reciclables, como plásticos, con graves consecuencias ambientales, advierte Legambiente.
“Ahora tenemos un grupo de fábricas de reciclaje, pero no tienen materias primas. Todos los materiales reciclables son desviados”, explicó Pergolizzi.
En la fábrica SRI, en Caserta, un empleado informa que ahora las autoridades controlan estrechamente el transporte de residuos reciclables a la fábrica, que separa plásticos, cartón y latas y los envía a las empresas de reciclaje.
El nuevo alcalde de Nápoles, Tommaso Sodano, un exjuez novato en la política, dice tener un interés personal en el reciclaje y la crisis de la basura.
“Mi trabajo como juez fue la razón principal para que ingresara a la política”, dijo Sodano a los periodistas. “En los dos empleos hubo y hay obstáculos que son parte de mi trabajo”.
El vertido indiscriminado de productos tóxicos que practica la Camorra en Campania está relacionado con el aumento de casos de ciertos tipos de cáncer y de malformaciones congénitas.
En dos décadas, la cantidad de tumores en hombres de la región creció 47 por ciento y en mujeres 40 por ciento, según un informe de la BBC.
A principios de este mes, decenas de miles de personas protestaron en las calles de Nápoles, algunas con pancartas que mostraban fotos de niños que murieron de cáncer, para reclamar la limpieza inmediata de la región.
Por la influencia que ejerce la religión en la sociedad italiana, el presidente de Greenaccord, Alfonso Cauteruccio, cree que la autoridad moral de la Iglesia Católica debería ponerse en juego para enfrentar este problema.
El arzobispo de Nápoles, Crescenzio Sepe, sugirió que negar el sacramento de la comunión a los católicos que contaminen puede ser un elemento de disuasión.
El papa Francisco también se interesó en el asunto y envió un mensaje a la reunión en Nápoles, manifestando que periodistas y científicos deben trabajar juntos.
El primer paso es tomar medidas prácticas, dijo el abogado de Roberti. “No hay coordinación entre los organismos que obtienen evidencias. Faltan fondos para luchar contra la corrupción. Necesitamos  reorganizar nuestro sistema judicial”, opinó.
“El nexo es muy profundo”, según Antonio Giordano, director del Instituto Sbarro para la Investigación del Cáncer y la Medicina Molecular, con sede en Filadelfia, Estados Unidos, quien señaló a los ministerios de Salud y Ambiente. “La culpa es de quienes están en el poder, que sabían y no hicieron nada en los últimos 30 o 40 años”, denunció.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2013/12/negocio-italiano-de-los-residuos-toxicos-sigue-viento-en-popa/
  

Los niños soldados de EE.UU.

Tom Dispatch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Seguramente el Congreso quería actuar correctamente cuando, en el otoño de 2008, aprobó la Ley de Prevención de Niños Soldados (CSPA, por su nombre en inglés). La ley tenía el propósito de proteger a niños en todo el mundo para que no fueran obligados a librar las guerras de los Grandes. Desde entonces, se suponía que cualquier país que presionara a niños para que se convirtieran en soldados perdería toda ayuda militar de EE.UU.

Resultó, sin embargo, que el Congreso –en su raro momento de preocupación por la próxima generación– se equivocó rotundamente. En su gran sabiduría, la Casa Blanca consideró que países como Chad y Yemen son tan vitales para el interés nacional de EE.UU. que prefirió pasar por alto lo que sucedía a los niños en su entorno.

Como lo exige la CSPA, este año el Departamento de Estado volvió a enumerar 10 países que usan niños soldados: Birmania (Myanmar), La República Central Africana, Chad, la República Democrática del Congo, Ruanda, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Siria, y Yemen. Siete de ellos debían recibir millones de dólares en ayuda militar estadounidense así como lo que es llamado “Financiamiento Militar Extranjero de EE.UU.” Se trata de un ardid orientado a apoyar a los fabricantes de armas estadounidenses entregando millones de dólares públicos a “aliados” tan sospechosos, que entonces deben dar un giro y comprar “servicios” del Pentágono o “material” de los habituales mercaderes de la muerte. Ya los conocéis: Lockheed Martin, McDonnell Douglas, Northrop Grumman, etc.

Era una oportunidad para que Washington enseñara a un conjunto de países a proteger a sus niños, no conducirlos a la matanza. Pero en octubre, como lo ha hecho cada año desde que CSPA fue promulgada, la Casa Blanca volvió a conceder “dispensas” totales o parciales a cinco países en la lista de “no ayuda” del Departamento de Estado: Chad, Sudán del Sur, Yemen, la República Democrática del Congo, y Somalia.

Mala suerte para los jóvenes ­–y el futuro– de esos países. Pero hay que mirarlo como sigue: ¿Por qué debiera Washington ayudar a los niños de Sudán o Yemen a escapar de la guerra si no escatima gastos dentro del país para presionar a nuestros propios niños estadounidenses impresionables, idealistas, ambiciosos para que entren al “servicio” militar?

No debiera ser ningún secreto que EE.UU. tiene el mayor sistema, más eficientemente organizado, del mundo para reclutar niños soldados. Con una modestia poco característica, sin embargo, el Pentágono no utiliza esa descripción. Su término es “programa de desarrollo de la juventud”.

Impulsado por múltiples firmas altamente remuneradas de relaciones públicas y publicidad de alta potencia, contratadas por el Departamento de Defensa, el programa es algo esplendoroso. Su principal cara pública es el Cuerpo de entrenamiento de reserva de oficiales menores (o JROTC por sus siglas en inglés).
Lo que hace que este programa de reclutamiento de niños soldados sea tan impresionante es que el Pentágono lo realiza a plena vista en cientos y cientos de institutos de enseñanza media privados, militares, y públicos en todo EE.UU.

A diferencia de los señores de la guerra africanos occidentales Foday Sankoh y Charles Taylor (ambos llevados ante tribunales internacionales por acusaciones de crímenes de guerra), el Pentágono no secuestra realmente niños y los arrastra físicamente a la batalla. En su lugar trata de convertir a sus jóvenes “cadetes” en lo que John Stuart Mill una vez llamó “esclavos voluntarios”, tan engañados por el guión del amo que aceptan sus partes con un gusto que pasa por ser elección personal. Con ese fin, el JROTC influencia sus mentes aún no enteramente desarrolladas, inculcando lo que los libros de texto del programa llaman “patriotismo” y “liderazgo”, así como una atención por reflejo a las órdenes autoritarias.

La conjura es mucho más sofisticada –tanto más “civilizada”– que cualquiera imaginada en Liberia o Sierra Leone, y funciona. El resultado es el mismo, no obstante: los niños son llevados a servir como soldados, una tarea que no podrán abandonar, y durante la cual serán obligados a cometer atrocidades desgarradoras. Cuando comienzan a quejarse o a no soportar la presión, en EE.UU. como en África Occidental, aparecen las drogas.

El programa JROTC, que todavía se extiende en institutos de enseñanza media en todo el país, cuesta a los contribuyentes de EE.UU. cientos de millones de dólares por año. Ha costado sus hijos a una cantidad desconocida de contribuyentes.

Las brigadas de acné y frenillos dentales

Tropecé con algunos niños del JROTC hace unos pocos años en un desfile del Día de los Veteranos en Boston. Antes de que comenzara, pasé entre grupos uniformados que se instalaban a lo largo del Boston Common. Había algunos viejos luciendo los estandartes de sus grupos de la American Legion, unas pocas bandas de escuelas de enseñanza media, y algunos jóvenes atildados en elegantes uniformes de gala: reclutadores militares del gran Boston.

Y luego estaban los niños. Las brigadas de acné y frenillos dentales, de 14 y 15 años en uniformes militares, portando rifles sobre sus hombros. Algunos de los grupos de niñas llevaban elegantes guantes blancos.

Demasiados grupos semejantes, con demasiados niños impúberos, estaban a lo largo de Bostom Common. Representaban todas las ramas de las fuerzas armadas y muchas comunidades locales diferentes, aunque casi todos eran morenos o negros: africanos-estadounidenses, latinos, hijos de inmigrantes de Vietnam y de otros puntos al Sur. Recién el pasado mes en la Ciudad de Nueva York, vi a semejantes escuadrones de JROTC codificados por colores, marchando por la Quinta Avenida el Día de los Veteranos. Una cosa que JROTC no es, es una coalición arco iris.

En Boston, pregunté a un muchacho de 14 años por qué se había unido al JROTC. Llevaba un uniforme para jóvenes del Ejército y acarreaba un rifle que era casi tan grande como él mismo. Dijo: “Mi papá, nos abandonó, y mi mamá, tiene dos trabajos, y cuando llega a casa, bueno, no está en muy buenas condiciones. Pero en la escuela nos dijeron que hay que tener muy buena condición si se quiere llegar a alguna parte. Por lo tanto se podría decir que me uní por eso.”

Un grupo de niñas, todas miembro del JROTC, me dijeron que iban a clases con los muchachos pero que tenían su propio equipo de entrenamiento (todo negro) que competía contra otros de tan lejos como Nueva Jersey. Me mostraron sus medallas y me invitaron a su escuela para que viera sus trofeos. Ellas, también, tenían 14 o 15 años. Saltaban como las entusiastas adolescentes que eran mientras hablábamos. Una dijo: “Nunca antes obtuve premios”.

Su excitación me sorprendió. Cuando tenía su edad, creciendo en el Medio Oeste, me levantaba antes del amanecer para caminar hacia un campo de fútbol y practicar maniobras en formación cerrada a oscuras antes de que comenzara el día escolar. Nada me hubiera apartado de esa “condición”, ese “ejercicio”, ese “equipo”, pero yo estaba en una banda marcial y el arma que portaba era un clarinete. JROTC ha atrapado esas eternas ansias juveniles de formar parte de algo más grande y más importante, que el propio ser lamentable, desatendido, lleno de acné. JROTC captura el idealismo y la ambición juvenil, la retuerce, la entrena, la arma, y la coloca en camino a la guerra.

Un poco de historia

El Cuerpo de Entrenamiento de Reserva de Oficiales Menores del Ejército de EE.UU. fue concebido como parte de la Ley de Defensa Nacional de 1916 en medio de la Primera Guerra Mundial. Después de esa guerra, sin embargo, solo seis institutos de enseñanza media aceptaron la oferta de los militares de equipamiento e instructores. Una versión más adulta del Cuerpo de Entrenamiento para Oficiales de la Reserva (ROTC), fue convertida en obligatoria en muchos colegios y universidades estatales, a pesar de la entonces controvertida cuestión de si el gobierno podía obligar a los estudiantes a hacer entrenamiento militar.

En 1961, ROTC se había convertido en un programa optativo, popular en algunas escuelas, pero mal recibido en otras. Pronto desapareció por completo de los campus de muchos colegios de elite y universidades estatales progresistas, excluido por protestas contra la guerra en Vietnam y descontinuado por el Pentágono, que insistía en mantener políticas discriminatorias (especialmente respecto a la preferencia sexual y al género) ilegalizadas en los códigos de conducta de las universidades. Cuando renunció a “No preguntes, no lo digas” en 2011 y ofreció un menú de sustanciales subvenciones de investigación para semejantes instituciones, universidades de elite como Harvard y Yale volvieron a aceptar a los militares con una deferencia indecorosa.

Durante el exilio del ROTC de tales instituciones, sin embargo, se arraigó en campus colegiales en Estados que no expresaban inconformidad respecto a la discriminación, mientras el Pentágono expandía su programa de reclutamiento en escuelas de enseñanza media. Casi medio siglo después del establecimiento de JROTC del Ejército, la Ley de Vitalización del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva de 1964 abrió semejante entrenamiento para jóvenes a todas las ramas de las fuerzas armadas. Lo que es más, la cantidad de unidades de JROTC en todo el país, limitada anteriormente a 1.200, aumentó rápidamente hasta 2001, cuando desapareció la idea misma de imponer límites al programa.

El motivo fue bastante evidente. En 1973, el gobierno de Nixon descartó el servicio militar obligatorio a favor de un ejército permanente profesional “solo de voluntarios”. ¿Pero dónde se encontraban esos profesionales? ¿Y cómo exactamente iban a ser persuadidos para ser “voluntarios”? Desde la Segunda Guerra Mundial, los programas de ROTC en instituciones de educación superior habían suministrado cerca de 60% de los oficiales comisionados. Pero el ejército necesita soldados de infantería.

Oficialmente, el Pentágono afirma que JROTC no es un programa de reclutamiento. En privado, nunca consideró que sea algo diferente. El JROTC se describe ahora como “desarrollado de una fuente de reclutas alistados y candidatos a oficiales a un programa ciudadano dedicado a la elevación moral, física y educacional de la juventud estadounidense”. Sin embargo, el ex secretario de Defensa William Cohen, testificando ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara en 2000, calificó al JROTC de “uno de los mejores instrumentos de reclutamiento que podemos tener”.

Con esa misión no acreditada en mano, el Pentágono presionó por un objetivo planteado primero en 1991 por Colin Powell, entonces jefe del Estado Mayor Conjunto: el establecimiento de 3.500 unidades del JROTC para “elevar” a los estudiantes en las escuelas de enseñanza media en todo el país. El plan era expandir hacia “áreas educacional y económicamente marginadas”. Las escuelas de mala calidad de los centros urbanos, los cinturones industriales, el Sur profundo, y Texas se convirtieron en ricos campos de caza. Al comenzar 2013, solo el Ejército estaba reciclando a 4.000 oficiales en retiro para que dirigieran sus programas en 1.731 escuelas de enseñanza media. En total, unidades del JROTC del Ejército, la Fuerza Aérea, la Armada, y los Marines surgieron en 3.402 escuelas en todo el país –65% de ellas en el Sur– con un enrolamiento total de 557.129 niños.

Cómo funciona el programa

El programa funciona como sigue. El Departamento de Defensa gasta varios cientos de millones de dólares –365 millones en 2013– para suministrar uniformes, libros de texto aprobados por el Pentágono, y equipamiento al JROTC, así como parte de los salarios de los instructores. Esos instructores, asignados por los militares (no por las escuelas), son oficiales en retiro. Siguen cobrando la pensión federal, a pesar de que se requiere que las escuelas cubran sus salarios a niveles que recibirían en servicio activo. Los militares luego reembolsan a la escuela cerca de la mitad de la considerable remuneración, pero a pesar de ello a la escuela le cuestan mucho dinero.

Hace diez años el Comité de Servicio de Amigos (CSA en español y AFSC en inglés) estableció que el verdadero coste de los programas de JROTC para los distritos escolares locales era “a menudo mucho más elevado –en muchos casos más que el doble– del coste mencionado por el Departamento de Defensa”. En 2004, los distritos escolares locales estaban gastando “más de 222 millones de dólares solo en costes de personal”.

Varios directores de escuelas quienes me hablaron sobre el problema, elogiaron al Pentágono por subvencionar el presupuesto de la escuela, pero al respecto evidentemente no comprendían las finanzas de sus propias escuelas. El hecho es que las escuelas públicas que ofrecen programas de JROTC subvencionan actualmente la campaña de reclutamiento del Pentágono. De hecho, una clase de JROTC cuesta a las escuelas (y a los contribuyentes) significativamente más de lo que costaría un curso regular de educación física o de historia de EE.UU. – aunque a menudo es considerada como un sustituto adecuado para ambos.

Las escuelas locales no tienen ningún control sobre los planes de estudio del JROTC prescritos por el Pentágono, que son inherentemente orientados hacia el militarismo. Muchos sistemas escolares simplemente adoptan programas del JROTC sin siquiera echar un vistazo a lo que se enseñará a los estudiantes. El Comité de Servicios de Amigos de EE.UU., Veteranos por la Paz, y otros grupos civiles han compilado evidencia de que esas clases no solo son más costosas que las clases regulares, sino también inferiores en calidad.

¿Qué otra cosa que calidad inferior podría esperarse de libros de texto interesados escritos por ramas en competencia de las fuerzas armadas y utilizados por militares en retiro sin cualificaciones o experiencia pedagógica? En primer lugar, ni los textos ni los instructores enseñan el tipo de pensamiento crítico que es central actualmente en los mejores planes de estudio escolares. En su lugar, inculcan obediencia a la autoridad, miedo a “enemigos”, y postulan la primacía de la fuerza militar en la política exterior estadounidense.

Grupos civiles han presentado una serie de otras objeciones al JROTC, que van desde prácticas discriminatorias –por ejemplo, contra gays, inmigrantes y musulmanes– a otras peligrosas, como llevar armas a las escuelas (precisamente). Algunas unidades incluso establecieron polígonos de tiro donde se usan rifles automáticos y munición de guerra. JROTC embellece la peligrosa mística de semejantes armas, convirtiéndolas en objetos que hay que ansiar, aceptar, y apresurarse a encontrar la posibilidad de utilizarlas.

En su propia defensa, el programa publicita una ventaja principal ampliamente aceptada en todo EE.UU.: que suministra “condición”, que evita que los niños abandonen la escuela, y convierte a niños (y ahora niñas) de antecedentes “problemáticos” en “hombres” quienes, sin JROTC para salvarlos (y al resto de nosotros contra ellos), se convertirían en drogadictos o criminales o algo peor. Colin Powell, el primer graduado de ROTC que llegó al máximo puesto en las fuerzas armadas, pregonó precisamente esa línea en sus memorias My American Journey. “Niños de los centros urbanos pobres”, escribió, “muchos de hogares deshechos, [encuentran] estabilidad y modelos que imitar en JROTC”.

No existe evidencia para probar esas afirmaciones, sin embargo, aparte de testimonios de estudiantes como el que me presentó el de 14 años que me dijo que participó en busca de “condición”. El que esos niños (y sus padres) se dejen convencer por ese argumento de ventas es una medida de sus propias opciones limitadas. La gran mayoría de los estudiantes encuentra mejor “condición”, más positiva para la vida, en la escuela misma a través de cursos académicos, deportes, coros, bandas, clubs de ciencia o lenguaje, períodos de capacitación – de todo– en escuelas donde existen semejantes oportunidades. Es precisamente en escuelas con semejantes programas, donde administradores, maestros, padres y niños, trabajando en conjunto, tendrán más éxito en mantener afuera al JROTC. A los sistemas escolares “económica y socialmente deficitarios” que son el objetivo del Pentágono les queda la posibilidad de eliminar “detalles” semejantes y gastar sus presupuestos en un coronel o dos que puedan ofrecer a estudiantes necesitados de “estabilidad y modelos” un futuro prometedor, aunque tal vez muy corto, como soldados.

Días en la escuela

En una de esas escuelas del barrio marginado del centro de Boston, predominantemente negra, estuve en clases del JROTC donde niños miraban interminables filmes de soldados desfilando, y luego tuvieron que hacerlo ellos mismos en el gimnasio de la escuela, rifles en mano. (Tengo que admitir que podían marchar mucho mejor que escuadrones del Ejército Nacional Afgano, que también he observado, ¿pero es motivo para estar orgullosos?) Ya que esas clases parecían consistir a menudo de pasar el rato, los estudiantes tenían mucho tiempo para conversar con el reclutador del Ejército cuyo escritorio estaba convenientemente ubicado en la sala de clases del JROTC.

También conversaron conmigo. Una niña africano-estadounidense de 16 años, quien era la primera de su clase y ya se había alistado en el Ejército, me dijo que convertiría a las fuerzas armadas en su carrera. Su instructor –un coronel blanco a quien ella consideraba como el padre que nunca tuvo en casa– había llevado a la clase a creer que “nuestra guerra” continuaría durante mucho tiempo, como dijo, “hasta que hayamos matado al último musulmán en la Tierra”. Ella quería ayudar a salvar EE.UU. dedicando su vida a esa “gran tarea que nos espera”.

Sorprendida, exclamé, “¿Y qué piensas de Malcolm X?” Malcolm X nació en Boston y una calle no lejos de la escuela lleva su nombre. “¿No era musulmán?” pregunté.

“Oh, no, señora”, dijo. “Malcolm X era estadounidense”.

Un muchacho mayor, que también se había alistado con el reclutador, quería escapar a la violencia de las calles de la ciudad. Se alistó poco después que uno de sus mejores amigos, atrapado en el fuego cruzado de otros, fue muerto en un mini-mercado muy cercano a la escuela. Me dijo: “No tengo ningún futuro aquí. Igual podría estar en Afganistán.” Pensaba que sus probabilidades de supervivencia serían mejores allí, pero estaba preocupado por el hecho de que tenía que terminar la escuela secundaria antes de incorporarse para cumplir su “deber”. Dijo: “Solo espero que pueda llegar a la guerra”.

¿Qué clase de sistema escolar ofrece a niños y niñas semejantes “alternativas? ¿Qué clase de país?

¿Qué pasa en las escuelas en tu ciudad? ¿No es hora de que lo descubras?
La colaboradora regular de TomDispatch Ann Jones es autora del nuevo libro: They Were Soldiers: How the Wounded Return from America’s Wars -- the Untold Story, un proyecto de Dispatch Books en cooperación con Haymarket Books. (Jeremy Scahill acaba de elegirlo como su libro favorito de 2013.) Jones, quien ha informado desde Afganistán desde 2002, es también autora de dos libros sobre el impacto de la guerra en civiles: Kabul in Winter y War Is Not Over When It’s Over. Su sitio en la web es annjonesonline.com.

Copyright 2013 Ann Jones

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Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/175784/tomgram%3A_ann_jones%2C_suffer_the_children/#more


Una nueva tecnología convierte algas en petróleo crudo en minutos

Por primera vez los investigadores han creado un proceso químico que convierte las algas en petróleo crudo en minutos en vez de en millones de años. Junto con una productora de biocombustible, desarrollan una planta que tendrá la nueva tecnología.
La idea de usar algas para producir petróleo no es nueva, sin embargo por primera vez los investigadores estadounidences han logrado elaborar un método que, aparte de ser inofensivo, libre de residuos y relativamente barato, es muy rápido. Tan solo una hora después de verter en un reactor químico una masa liquida de algas, que consiste en un 90% de agua, obtiene petróleo crudo, gas, agua y biomaterial.

El siguiente proceso convencional de refinación convierte el petróleo crudo en petróleo útil, mientras el agua y el biomaterial se pueden volver a usar para plantar más algas. Tras la refinación del petróleo crudo se puede producir combustible para aviones, gasóleo e incluso gasolina.

El biomaterial resultado de la reacción no contiene sustancias peligrosas, pero contiene fósforo que los científicos planean volver a usar para producir más algas y de esta manera hacer un proceso continuo. Con el mismo objetivo se pueden utilizar otros productos de conversión, como el potasio y el nitrógeno.

El último producto de conversión de algas es el gas inflamable, que también se puede refinar en gas combustible o simplemente quemarlo para producir energía.

Las algas se convierten en petróleo por el efecto de una temperatura de 350 grados Celsius y una presión muy alta de 205 bares, es decir, los científicos duplicaron el proceso natural de transformación de algas en petróleo que en el medio ambiente tarda millones de años, pero en el laboratorio solamente unos minutos.

A diferencia de otros estudios, los investigadores usan la masa líquida de las algas, algo que junto con otras invenciones suyas permitirá próximamente desarrollar tecnología redituable. En cambio la mayoría de otras tecnologías implica un proceso costoso de secado de algas, haciéndolas de esta manera no rentables.

El estudio llevado a cabo por los científicos del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico, gestionado por el Gobierno de EE.UU., llamó la atención de compañías de biocombustible, de las cuales una decidió unirse al proyecto. La nueva tecnología ha sido certificada y ahora los científicos de PNNL, junto con la compañía Genifuel Corp., están desarrollando una planta que la incluirá.


Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/114690-nueva-tecnologia-convierte-algas-petroleo-crudo

Fracking' podría ser una realidad bajo los hogares británicos sin que ellos lo sepan

El polémico 'fracking' o extracción hidráulica de gas podría tener lugar en las zonas donde residen miles de familias británicas y sin su notificación directa, después de que las autoridades anunciaran que preparan cambios en la ley.
Nick Boles, ministro de Planificación del Reino Unido anunció que habrá cambios en la ley para permitir que las compañías de gas acudan a la tecnología del 'fracking' sin el envío de cartas oficiales para avisar a los ciudadanos acerca de la perforación de zonas debajo de sus propios hogares. En vez de eso, según la nueva iniciativa las empresas tendrán que publicar un anuncio en un periódico local, así como en las pantallas de anuncio en las parroquias locales, según informa 'The Guardian'.

Los activistas reaccionaron de inmediato y dijeron que la noticia es un golpe para todas las comunidades que puedan verse afectadas por el 'fracking'. La gente tiene preocupaciones sobre los efectos que puede tener esta peligrosa tecnología de extracción de gas, como los temblores causados por las perforaciones, sin hablar de la contaminación del aire y el agua.

Tony Bosworth, activista de Amigos de la Tierra (Friends of the Earth), asegura que es inaceptable la decisión del Gobierno. "Las personas deben ser notificadas personalmente si las empresas quieren perforar el petróleo y el as cerca de sus hogares. Los ministros deben reforzar las normas para proteger a la población local", dijo.

Sin embargo, el Gobierno británico insiste en que sería demasiado oneroso para las empresas de gas avisar directamente sobre sus planes a cada familia dentro de un amplio radio de la supuesta zona de perforación.

En una declaración escrita, Boles detalló que eso significaría que "un número desproporcionadamente elevado de personas y empresas tendría que ser informado personalmente. (...) Esto sería innecesariamente excesivo cuando existen otras formas de notificación", reza la declaración.

A la vez, las autoridades británicas rechazaron repetidamente la cuestión de la seguridad y las preocupaciones medioambientales de la fractura hidráulica, alegando que la extracción de gas estará regulada y será desarrollada de manera responsable.

Este preocupante anuncio se produce después de un informe según el cual se encontraró gas de esquisto en dos tercios de las tierras del Reino Unido, lo que podría dar lugar a licencias de 'fracking' para las empresas, con nuevas zonas abiertas en las Midlands, Cumbria y Gales.


Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/114663-fracking-casas-britanicas-sin-notificacion

Documental: EL TAMBOR, Siembra de Vida


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La Caja De Pandora: Presentamos este excelente documental que muestra la conexión que tenemos con el planeta y con todos los seres vivos que viven en él, en 33 minutos, la artista audiovisual Sueco-Colombiana Angelica Zamundio pretende con este vídeo aumentar la conciencia sobre la naturaleza, los derechos humanos y ante todo la importancia de la preservación de las semillas.

Advierten probable pérdida total del hielo del Ártico en 2015

El deshielo total de la capa de hielo que cubre el Océano Ártico se producirá en pocos años y no en décadas como se creía hasta ahora, y agravará el calentamiento del clima mundial.
Peter Wadhams, uno de los principales expertos del mundo en hielo polar, ha advertido que la desaparición completa de la capa de hielo en el Ártico durante el verano no ocurrirá en el plazo de varias décadas como se pensaba hasta ahora, sino en un plazo de tan sólo cuatro años.
En lo que califica sin paliativos como un "desastre global" de graves consecuencias para el clima de todo el planeta, Wadhams, profesor de la prestigiosa Universidad de Cambridge, ha advertido que el hecho de que en 2012 se hayan registrado niveles mínimos récord de hielo en estas latitudes es una advertencia para tomar urgentemente medidas para combatir el calentamiento global.
"El cambio climático ya no es algo que podamos plantearnos solucionar en unas cuantas décadas. No solo debemos reducir cuanto antes las emisiones de CO2, sino que también se deben estudiar urgentemente otras vías para reducir el calentamiento global", explicó Wadhams, quien ya predijo las grandes reducciones del hielo polar en verano que se alcanzaron durante 2007, cuando la superficie helada del océano Ártico se redujo hasta los 4,17 millones de kilómetros cuadrados, cifra que este año se ha reducido hasta los 3,41 millones de km2, batiendo así un nuevo y preocupante récord.
"He estado prediciendo (el colapso del hielo ártico durante el verano) durante muchos años. La causa principal es simple: el calentamiento global. Cuanto más han ido aumentado las temperaturas, ha habido menos crecimiento del hielo polar durante el invierno y más deshielo en el verano", subrayó.
"Al principio esto no se notaba", recalcó Wadhams. "El perímetro del hielo (ártico) en verano se iba reduciendo lentamente, a una velocidad que hacía pensar que se mantendría durante 50 años o así... Pero al final el deshielo en verano fue superando el congelamiento en invierno, de forma que toda la plataforma de hielo se deshace o se quiebra durante el verano".
"Predije que este colapso, en el que el Ártico quedará (totalmente) libre de hielo durante los meses de agosto y septiembre, ocurrirá entre 2015 y 2016. Vamos encaminados hacia ese colapso final, dados los hechos actuales, y ocurrirá probablemente para esas fechas", subrayó Wadhams, para quien las implicaciones de la desaparición del hielo en el océano polar, al margen de facilitar la navegación marítima en la zona y permitir el acceso a los recursos de hidrocarburos, son "terribles" para el planeta y supondrán "un aceleramiento del calentamiento global".
Este experto concluye diciendo que al retirarse la capa de hielo durante los meses de verano el fondo marino ártico se calienta hasta siete o más grados centígrados, derritiendo las capas de hielo subterráneo y de sedimentos congelados en el fondo marino que permanecen allí desde la última glaciación, y provocando la liberación de enormes cantidades de gas metano que han permanecido miles de años almacenadas y cuyo efecto invernadero (la capacidad del gas de favorecer el calentamiento del clima del planeta) es decenas de veces más potente que la del CO2. "Esto supondrá un gran impulso para el calentamiento global", advirtió Wadhams. Fuente: Hispanatolia