El oceanógrafo Ken Buesseler, de la Institución Oceanográfica Woods Hole, en Massachusetts (EE.UU.), organizó un programa para comprobar el nivel de radiación a lo largo de la costa oeste deEE.UU., puesto que en el mes de abril se detectaron rastros de agua radiactiva de Fukushima en algunos puntos de la costa occidental.
Según dice el experto en la página web de la institución, el programa consiste en un monitoreo voluntario realizado por ciudadanos y especialistas en esta esfera en 22 lugares a lo largo de la costa occidental de Norteamérica y Centroamérica, desde Costa Rica hasta el estado de Washington. Los voluntarios deben tomar muestras de agua y enviarlas a Woods Hole en botellas de plástico.
Buesseler anticipa que el nivel de radiación provocado por cesio-134 y cesio-137 no supera el nivel máximo permitido en el agua potable. Además, el cesio-137 es un isótopo radiactivo soluble en agua, por eso no se detectará en los peces del océano. No obstante, el experto asegura que las medidas que ha tomado su institución son necesarias para la seguridad.
Las agencias federales no participan en este proyecto. Buesseler explica esta actitud por dos motivos. En primer lugar, porque algunas de estas agencias consideran que las muestras de radiación liberadas por la planta son tan bajas que no suscitan preocupación.
Y en segundo lugar, porque la competencia por estos estudios recae sobre diferentes agencias. Por ejemplo, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica controla únicamente las condiciones de los océanos y la atmósfera, sin tener en cuenta la radiación, mientras que el Departamento de Energía se encarga de monitorizar solo los niveles de radiación, pero no en los océanos.
Los científicos siguen controlando el nivel de radiación a lo largo de la costa Pacífica, aunque las instituciones de sanidad dicen que no suponen ninguna amenaza.
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