Pese a la oposición del Parlamento Europeo, el Gobierno de España a través del Instituto de Agricultura Sostenible publicó en su sección de “divulgación”, el uso del trigo transgénico con menos proteínas y menos gluten, sosteniendo que va dirigido a los celíacos. Existe una mayoritaria oposición de la comunidad europea a la agricultura con transgénicos por no descartar el riesgo a la salud y el ambiente.
La población celíaca clásica es la que sufre de alteraciones en las vellosidades del intestino delgado por lo que no logra absorber bien a los nutrientes, especialmente los que tienen gluten como el trigo, cebada, avena y centeno. Los médicos normalmente les recomiendan las dietas con arroz y maíz, sin necesidad de recurrir a los demás cereales.
El investigador Francisco Barro Losada, que participó en el proyecto liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) del Gobierno de España publicó el 14 de marzo que para los celíacos el pan con harina de este trigo se justificaría por “cómo resulta al paladar”, es decir por su sabor similar al pan normal. Su artículo fue publicado en la revista Plos One.
En su anuncio no se analizan las objeciones que da la comunidad europea ni los ambientalistas, ni cómo se podría garantizar la alimentación libre de transgénicos. Estadísticas italianas revelaron que más del 75 por ciento de la población descarta los alimentos genéticamente modificados,
“Antes de conseguir esta variedad, el único tratamiento realmente efectivo disponible era una dieta libre de gluten de por vida,”, explica Barro Losada, proponiendo la dieta genéticamente modificada.
“Durante 2014 nuestro objetivo es llevar a cabo un ensayo clínico, el primero de estas características en el mundo, con pacientes celiacos”, concluyó Barro, a través de CSIC. El científico no informó de estudios a largo plazo del riesgo que pueden significar estos alimentos.
El movimiento Plataforma Libre de transgénicos de Andalucía exige al igual que los ambientalistas en otras regiones del país “la garantía de una agricultura, ganadería, transformación, distribución y consumo libres de transgénicos”.
Los opositores de los transgénicos promueven una “’tolerancia cero’ a la contaminación genética en todas las actividades y todos los productos agroalimentarios”, destacando que hay estudios que demuestran el riesgo que puede significar su consumo a largo plazo y el problema de vida para las abejas, insectos, animales de granja y demás seres vivos del ambiente agrícola, por el producto o la exigencia de agroquímicos en sus cultivos.
Una panadería con harina transgénica difícilmente no contaminaría el resto de los productos libres de transgénicos.
A su vez los comerciantes que ven sus cultivos contaminados con trazas de transgénicos, han estado denunciando en el año 2013 que sus productos pierden su valor en el mercado internacional. La comunidad Europea prohíbe el consumo de transgénicos.
Informes de las Comunidades Autónomas de España indicaron hace poco que se están cultivando 70 mil hectáreas de transgénicos en el país, lo que contrastó con la información del Ministerio de Agricultura que indicó recientemente 136.962 hectáreas, en el año anterior.
Por esta razón las Organizaciones ambientalistas pidieron aclarar las deferentes cifras en una reunión con Isabel Tejerina, Secretaria General de Agricultura, informó Greenpeace el 11 de febrero. Además reiteraron que pese a lo dispuesto por la ley europea, no se está informando donde están los cultivos genéticamente modificados.
La ONG Greenpeace comunicó que “se opone a toda liberación de OMG al medio ambiente (liberación de animales o plantas). Los ensayos en campo o cultivos experimentales a cielo abierto, incluso a pequeña escala, presentan igualmente riesgos de contaminación genética, por lo que también deben prohibirse.
La comunidad europea exigió transparencia en la ubicación de cultivos transgénicos en defensa del agricultor que pueda resultar afectado y de los consumidores.
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