Brote de Ébola: pánico ante el avance del virus más letal
La reacción tardía de las autoridades y los desplazamientos facilitan la propagación, que ha pasado de Guinea a otros tres países. Desde el pasado mes de febrero, al menos 84 personas (de 134 casos) han perdido la vida al sur de Guinea, principalmente en Guékédou y Macenta. En la capital, Conakry, se han producido al menos ocho casos de fiebres hemorrágicas, y la crisis sanitaria se extiende por las vecinas Liberia y Sierra Leona. Mientras, el Gobierno de Mali anunciaba este jueves la detección de varios casos sospechosos en el interior del país. La amenaza todavía está pendiente de ser verificada.
Mabalo Lokela. Su nombre ya se encuentra perdido en la historia. El 26 de agosto de 1976, este profesor de escuela de 44 años residente en Yambuku, Zaire (actual República Democrática del Congo), se convertía en el primer caso de Ébola registrado en los libros de medicina modernos. La epidemia provocó entonces 280 muertos, con 318 infectados solo en esta localidad.
Actuación tardía
«Tenemos mucho miedo. Desconocíamos qué era el Ébola y cómo contenerlo», reconoce a ABC en conversación telefónica Maddy Savane, residente en la localidad de Macenta (considerado el epicentro de la crisis). Dos de sus familiares han sido infectados.
Precisamente, lo inusual del brote (salvo un contagio en Costa de Marfil en 1994, el oeste de África permanecía ajeno al Ébola) parece haber jugado en contra de los primeros infectados, al demorarse la actuación de las autoridades.
Como relatan desde la «zona cero» a este diario, todo comenzó, presuntamente, cuando el director del hospital regional de la localidad de Macenta visitó, a mediados de febrero, a un paciente que sufría de una terrible fiebre, acompañada de vómitos severos y diarrea con sangre. Días después, todo el personal que componía el séquito médico comenzó a desarrollar los mismos síntomas. Sin embargo, en una epidemia históricamente acostumbrada a brotes en aldeas o zonas de tamaño reducido, ¿por qué ahora esta expansión tan atroz?
«Esto es debido a los desplazamientos de población», asegura a este diario Susana Dos Santos, directora de Acción contra el Hambre en Guinea. Un simple vistazo a la geografía regional ayuda a entender estas palabras: Mientras que los anteriores brotes ocurridos en Uganda, Sudán o República Democrática del Congo correspondían a zonas ciertamente aisladas, las guineanas Guékédou y Macenta son un hervidero migratorio hacia Sierra Leona o Liberia.
Primeras señales: fiebre repentina, debilidad intensa, dolor muscular y de cabeza…La sintomatología, eso sí, tampoco ayuda a un fácil diagnóstico. Fiebre repentina, debilidad intensa, dolor muscular y de cabeza e irritación de garganta son las primeras señales. Luego vienen los vómitos, la diarrea, sarpullidos, fallos renales y hepáticos y hemorragias, tanto internas como externas. En este punto, ya es demasiado tarde.
No obstante, la prevención ayuda. Según las teorías más fiables, el brote originado en Guinée Forestière (la selva húmeda guineana) se habría producido debido al contacto de la población local con murciélagos. «A los murciélagos el virus no les hace daño alguno. Lo que pasa es que luego infectan otros animales, sobre todo los monos, y al consumirse la carne del simio, los seres humanos contraen la enfermedad», destaca Byamungu.
En este sentido, la jefa médica liberiana, Bernice Dahn, reconoce el papel jugado por los cazadores de estos animales en la propagación de la epidemia: «Uno de los primeros casos, sino el primero, es el de un hombre que había acudido al bosque para poner 500 trampas para murciélagos. Posteriormente, a su regreso, comenzó a enfermar».
Ligado al brote guineano
A su vez, la experta desmentía las informaciones que denunciaban que uno de los presuntos casos aparecidos en este Estado habría surgido de forma autónoma y no estaría ligado al brote guineano. «Todos los enfermos de nuestro país han tenido relación con personas que cruzaron la frontera desde Guinea, o bien, fueron ellos mismos los que lo hicieron», reconoce Dahn.
Aunque la mortalidad es más alta que en otras enfermedades (en algunos de casos es cercana al 70-90 por cien), en la actualidad, es posible dar un tratamiento de soporte oral e intravenoso para evitar que otras enfermedades compliquen la evolución del paciente y sus posibilidades de sobrevivir. «Las autoridades tardaron en reaccionar. Durante semanas, el silencio fue absoluto. Si se hubiera aislado a los infectados desde el principio esto no habría pasado», denuncia Maddy Savane, residente en la localidad de Macenta
Entretanto, casi cuarenta años después de la muerte de Mabalo Lokela, el Ébola continúa con mortal reguero de dolor. Cuatro décadas, con cientos de nombres propios. Ahora, también en el oeste de África.
Visto en 2012 CUENTA REGRESIVA
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