Mientras al interior de los estadios se llevan a cabo épicas gestas deportivas, las calles de muchas ciudades brasileras se llenan de manifestantes desalojados por el gobierno a causa de la copa del mundo.

policía militar Brasil
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La Copa del Mundo Brasil 2014 ha estado llena de sobresaltos y bajo el escrutinio crítico de los medios incluso antes de su inauguración. Aunque algunos países avancen y otros queden fuera irremediablemente, lo cierto es que espectáculos tan grandes tienen no sólo un impacto deportivo sino social. El Washington Times reportó esta semana que unas 250,000 personas fueron forzadas a abandonar sus hogares a causa de la Copa del Mundo.

Como resultado de estos desalojos forzosos, las protestas en las calles no se han hecho esperar: antes, durante y presumiblemente después de que un nuevo campeón del soccer se alce con la copa, miles de personas verán su vida cambiar drásticamente a causa de un bello deporte que es también un jugoso negocio para las autoridades locales y para la FIFA.

Durante las protestas, el gobierno brasileño ha implementado un nuevo tipo de policías antimotines con trajes de más de 10 kilos, resistentes a las llamas y que pueden soportar grandes impactos. Se estima que las fuerzas especiales para contrarrestar a los manifestantes han desplegado hasta 200 de estos "robocops", mientras al interior de los estadios se desarrollan las justas mundialistas.

Habría que pensar si un gobierno debe tener la prerrogativa de tratar a los más pobres de sus ciudadanos como criminales, desplegando contra ellos fuerzas casi militares, como si se tratara de invasores externos.