Fincas y cultivos sumergidos bajo el agua, acequias arrasadas, porciones de caminos desaparecidos, parques y viviendas inundados, tramos de carreteras inutilizados por desprendimientos y socavones... El catálogo de daños y problemas que dejaron ayer en La Rioja las consecuencias del temporal primaveral de agua y nieve, con el desbordamiento de varios ríos de la comunidad, es eterno y, de momento, no cuantificable.
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© E. Pascual
Con un importante repunte en el caudal del Ebro, que mantenía anoche en alerta a toda la zona de Alfaro, el caos brotó, sin embargo, de las cuencas del Cidacos y el Alhama, en La Rioja Baja, y del Leza, en la sierra camerana. Los tres ríos registraron crecidas extraordinarias en sus tramos altos y medios, según confirmó la Confederación Hidrográfica del Ebro, que alertó de que «la situación en los tramos bajos puede verse agravada por el caudal circulante en el Ebro, que puede interferir en el desagüe de los afluentes». Según la CHE, se trata de «un episodio de crecidas generalizadas en la Cuenca del Ebro, fruto de la continuidad de las lluvias por un fenómeno de depresión aislada en niveles altos, lo que se conoce como gota fría».