viernes, 17 de enero de 2014

Petróleo y agua, las nuevas pesadillas de Kenia

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El descubrimiento de los yacimientos abre una nueva perspectiva para la región.
Ambas reservas podrían, potencialmente, acabar con la pobreza en la zona para siempre.
Sin embargo, los pastores y las familias de la zona son cercados ya por las perforaciones.
“Levantaron tiendas azules y blancas y empezaron a despejar la zona de perforación”. Johen Ebenyo Ewesit, responsable de los proyectos de Intermon Oxfam en Turkana, asegura que nadie entendió lo que estaba pasando: “Petroleras e inversores llegaron a la zona sin que nadie se diera cuenta”.
Esta zona desértica del norte de Kenia, encajada entre las inestables fronteras de Etiopía, Sudán del Sur y Uganda, está a punto de dejar de ser famosa solo por las tribus nómadas que la habitan.
En 2013, el descubrimiento de yacimientos de petróleo y agua ha abierto una nueva perspectiva para la región, una de las más pobres del mundo. Las reservas de agua podrían, según las primeras estimaciones, disparar en un 900% los depósitos de la zona, actualmente dependiente de la ayuda Internacional para disponer de este recurso natural indispensable.
El descubrimiento de yacimientos de petróleo en Lokichar Basin, en el sur de Turkana, podría, potencialmente, acabar con la pobreza en la zona para siempre.
Pero durante un solo año, todo podría cambiar. Las grandes multinacionales del petróleo se están moviendo más rápido que la ayuda de cualquier país, como ha comprobado un equipo de periodistas gracias a la colaboración entre EL MUNDO y la Bill & Melinda Gates Foundation,
Los derechos de la petrolera
Los maizales de Kabulokor pueden considerarse un pequeño oasis agrícola. Son una victoria para la comunidad local, formada por algo más de 2.100 familias. El gobierno local y las ONG han trabajado durante años para que esta zona de Turkana dejara de depender de los fondos internacionales.
Johen Ebenyo Ewesit es el responsable de los proyectos de impulso de la democracia y de los derechos humanos que Intermon Oxfam mantiene en la zona gracias a la financiación de la Unión Europea.
Ha sido él quien advirtió de que algo estaba pasando en las tierras donde, solo este año, la UE hafinanciado proyectos de gestión de aguas por siete millones de euros. Ahora los pastores y las familias de la zona, cercados por las nuevas perforaciones, no tienen un sitio adonde ir.
La británica Tullow Oil ha sido una de las petroleras que se han sentido atraídas por la región más abandonada y precaria del Kenia en cuanto empezó a olerse la presencia del ‘oro negro’. En mayo de 2013 el Gobierno convocó un encuentro apaciguador para anunciar la llegada de Tullow. Desde entonces, explica Ewsit, cualquier polémica sobre lo que está pasando, como las protestas que se consumaron a comienzos de este año, puede ser silenciada con la fuerza.
La colaboración entre Tullow Oil y el Gobierno de Kenia prevé la presencia de una seguridad paramilitar a disposición de la empresa petrolera, según consta en el documento que oficializa el acuerdo y al que ha tenido acceso este periódico.
Agua, para el petróleo
La escasez de agua ha sido durante décadas el principal problema de Turkana. Ha sido solo con los fondos de Cooperación Internacional que se ha podido construir las decenas de pozos de agua potable en la zona.
Pero todos, en la comunidad local, temen que los nuevos descubrimientos de agua se utilicen para la extracción de petróleo, una actividad que por sí sola puede contraminar los acuíferos, además del terreno de los maizales.
El agua y el petróleo han sido encontrados en la misma estructura geológica, pero a diferentes profundidades. La finalidad de su explotación, sin embargo, no ha sido desvelada. Los contratos que la regulan no son públicos y están firmados sin contar con las autoridades locales que, durante años, han gestionado los pocos recursos de agua gracias a los fondos de la ayuda europea.
Se estima que la reserva albergue 207 billones de metros cúbicos de agua, según el informe de Radar Technologies International, que exploró la zona soportada por la UNESCO y con los fondos del Gobierno de Japón. El acuífero disparará las reservas de agua de Kenia del 900%, aseguran los expertos.
Samson Otira Emirica, jefe de los proyectos de riego de la comunidad de Kabulokor, lleva años administrando los cultivos de maíz, ‘sorghum’, cebollas y tomates para dar de comer a la comunidad. Sin embargo, nunca ha oído hablar de los nuevos descubrimientos.
Es la misma situación que denuncian William Kilimu y Chrispinus Wafula, ingenieros al mando de la autoridad que gestiona el uso del agua en Turkana: se enteraron de la valoración del acuífero leyendo la prensa.
“Radar Technologies International nos pidió datos para elaborar su estudio, pero en ningún momento se nos informó del resultado final”, que, a día de hoy, está disponible en la web de RTI. No hay noticia de él desde el Gobierno Nacional o el local, y tampoco entre las autoridades que gestionan la distribución del agua en la Rift Valley.
A pesar de las peticiones de estos periodistas, ni RTI ni UNESCO o el Ministerio de Agua han facilitado los datos del estudio.
Cooperación: ¿En interés de quién?
Más allá las perforaciones, desde los principales países donantes de Ayuda poco se está moviendo. Los que más aportan, EEUU, Reino Unido y la Unión Europea, todavía no han dado una respuesta a los desafíos que los descubrimientos que el petróleo y el agua suponen para Turkana.
El Banco Mundial está haciendo de guía. Una partida de 50 millones de euros financiará un proyecto de asistencia técnica en la gestión de recursos naturales para el Gobierno de Kenia. Sin embargo, recuerda Lex Huuderman, Senior Expert para Petróleo, Gas y Minería en el Banco Mundial, la institución puede hacer recomendaciones, no obligar al Gobierno a ponerlas en práctica.
Las ONG confían en la ayuda privada. Varias de las que trabajan en Turkana han obtenido financiación desde la Fundación MacArthur. Crearán un centro de actividad de gestión de los recursos y un comité asesor para la gestión del petróleo.
“Los donantes son de la misma nacionalidad de las compañías de petróleo”, argumenta Hadley Becha, director del Grupo de Trabajo de Petróleo y Gas, unión de ONG dedicada a temas medioambientales. “Hay mucho que pueden hacer, empezando por influenciar a los inversores ya en las primeras fases para asegurar que las compañías estén sobre el terreno y que los estudios reflejen la realidad”, reflexiona.
Entre los maizales de Kabulokor, los residentes siguen ignorando los descubrimientos de petróleo y de agua. Las tiendas azules han sido solo una advertencia de que algo está pasando. Su mayor amenaza es que los camellos o las vacas irrumpan en los campos destrozándolos o comiendo los frutos de la cosecha.
Pero la noticia ha alcanzado ya el resto del mundo. Las compañías estadounidenses Apache y ERHC Energy, además de la británica Bowleven Oil & Gas ya han comenzado a explorar el territorio en Turkana. La nueva oleada de ayuda internacional, a cambio, está todavía pendiente de ser anunciada.

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