La carismática y polémica hermana argentina Lucía Caram —que vive en España desde hace 19 años, usa Twitter, alimenta a unas 4.500 personas pobres y fue apodada ‘La monja cojonera’— ofrece su opinión sobre los problemas actuales de la sociedad.
En una reciente entrevista con el diario argentino ‘El Perfil’, la religiosa comentó, entre otras cosas, su misión en el país ibérico, pero antes le preguntaron por el sobrenombre con el que se la conoce. La monja señaló que según la opinión de la gente ella “toca los cojones” (una expresión vulgar en España sinónimo de molestar para intentar conseguir algo). “Es que cuando trabajas con gente que está en exclusión social […] a veces uno denuncia cosas, y eso resulta incómodo”, explicó.
Sor Lucía tiene tiempo de orar, estudiar y compaginar su vida en comunidad con la actividad social junto a las personas más necesitadas. Y es que esta hermana de buena fe, amante de la cocina, fue la promotora de un proyecto en Cataluña para ayudar a los pobres.
“Estamos ayudando a 1.600 familias, que son unas 4.500 personas, a través de nuestro banco de alimentos. También damos albergue a 17 personas sin hogar. Creamos una empresa de inserción para trabajar en huertos ecológicos, un taller de costura y haremos una cooperativa de trabajo asociado a ello”, declaró en la entrevista.
La religiosa también ha hablado sobre política luego de que esta semana ella misma le pidiera la renuncia al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, por cuestionar las cifras de la pobreza del informe de Cáritas España. “Yo no sé dónde vive el ministro que, en vez de arrodillarse y dar gracias al trabajo que están haciendo Cáritas y tantas instituciones humanitarias en España, es capaz de descalificar tan fácilmente”.
El papa, la esperanza. El Vaticano, lujos sin humildad
La hermana calificó al papa Francisco de “una persona coherente”. “No solo es muy consciente de que hay que ser santos, pobres y austeros, sino que, además, hay que dar esa imagen”, sostuvo Caram.
Por otro lado, cuando le pidieron dar su opinión sobre el lujo y el oro que desborda el Vaticano, la hermana religiosa indicó que la vez que visitó Roma “estaba tan cabreada [enojada] con cómo estaba montado todo el sistema”. “Ese oro no lo tiene que gestionar la Iglesia”, subrayó la monja, agregando que lo que debe hacer es ayudar “a que la gente tenga una vida más feliz”.
Sobre los casos de pederastia dentro de la Iglesia dice: “Tolerancia cero”. “Cuando se le ha hecho daño a un pequeño y se le ha arruinado la vida para siempre, esto no puede quedar impune, por lo cual, la Iglesia tiene que colaborar con la justicia”, denunció la religiosa.
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