Rifle Mannlicher Carcano incrustado en un árbol.
Mucho después de que el polvo de la última batalla se ha asentado, la naturaleza sigue mostrando las cicatrices de los conflictos humanos.
Una notable serie de fotos tomadas en un bosque de Rusia rondan hoy las redes sociales, que muestran lo que sucede cuando pasa el tiempo y los árboles se tragan los instrumentos que quedaron tras la carnicería de la II Guerra Mundial.
Ametralladora Maxim de la década de 1930 probablemente utilizada durante la Segunda Guerra Mundial.
Las imágenes muestran fusiles, proyectiles de artillería, granadas y palas de zapadores incrustados en troncos de árboles -esencialmente tragados por el entorno natural, en un acto silencioso de protesta contra de la locura humana.
Algunos de los llamados objetos expuestos en este museo militar al aire libre incluyen una ametralladora Maxim, un rifle Mannlicher y la carcaza de una pistola.
Incluso hoy en día, casi siete décadas después de Día de la Victoria, aún es posible encontrar una vieja bomba sin explotar o una granada, como esta que de alguna manera terminó dentro de un árbol.
Según historiadores, la Unión Soviética perdió unos 20 millones de personas, tanto militares como civiles, en el transcurso de cuatro años entre 1941 y 1945. Al menos 14 millones de las víctimas eran soldados y oficiales.
Un proyectil de un arma de 75 milímetros.
Las conmovedoras fotografías de los restos oxidados de la II Guerra Mundial entrelazados con los árboles lanzan el mensaje de que, al final, después de las medallas entregadas a los héroes y las firma de los tratados de paz, el único verdadero vencedor es la naturaleza.
Una pala de zapador con su hoja de metal corroído encajado firmemente en un árbol, todavía sobresale el mango de madera ya podrida.
Casco roto, lo que hace presuponer que quien lo portaba murió con él.
Curiosa posición que tomó este casco.
El árbol atravesó de lado a lado el casco.
Visto en : Cubadebate
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