En esta imagen satelital se ve la entrada de una gran zona de baja presión al norte de Estados Unidos.
Las imágenes de los efectos que la ola de frío está provocando en Estados Unidos están dando la vuelta al mundo, y en muchas de las noticias se menciona a un culpable: el vórtice polar.
¿Pero qué es exactamente?
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Los vórtices polares son fenómenos climáticos que están presentes todo el tiempo: áreas de aire giratorio sobre los dos polos, que se ubican en la media y alta tropósfera y la estratósfera, y que se mueven a diferentes velocidades. Gracias a ellos, el aire frío y denso se mantiene sobre los polos.
Son ciclones permanentes que se hacen más fuertes y amplios en los inviernos y se debilitan durante los veranos.
Tal como explica John Hammond, del centro meteorológico de la BBC, múltiples factores climáticos hacen que ese aire frío "encerrado" por el vórtice polar se libere repentinamente, y descienda hasta las capas inferiores de la atmósfera, provocando los estragos que padecen ahora los habitantes del noreste de América del Norte.
Corriente de chorro
Sin embargo, Alex Deakin, otro experto meteorólogo, cree que lo que está sucediendo tiene más que ver con otro fenómeno que ocurre en lo alto de la atmósfera: la corriente de chorro polar, un fuerte y estrecho flujo de aire concentrado.
Deakin explica que el aire frío ha estado sobre Canadá desde hace varias semanas, mientras que en Estados Unidos las temperaturas han sido relativamente suaves.
La corriente en chorro del polo norte ha mostrado últimamente algunos cambios en su ruta.
Ese contraste, explica Deakin, es lo que impulsa a la fuerte corriente fría que mueve áreas de baja presión a través del centro de Estados Unidos hacia la región de los Grandes Lagos y el noreste del país.
Esos sistemas de baja presión han producido las grandes nevadas que se han visto. Pero detrás de las últimas de esas áreas de baja presión, dice Deakin, viene el aire frío de verdad: los vientos glaciales están haciendo descender el aire frío, que efectivamente proviene del polo.
La fuerza del viento sumada al aire extremadamente frío es la que está causando problemas.
Las temperaturas de menos de -26 ºC se han visto intensificadas en decenas de grados más allá del punto de congelación a causa del viento, algo que supone un peligro para quienes salen a la intemperie: uno puede congelarse en cuestión de minutos.
La ola polar está dejando récords históricos: este martes, en Winnipeg, la capital de la provincia canadiense de Manitoba, se registraron -34 ºC, pero a causa del viento helado, la sensación térmica llegó a -47ºC. No hacía tanto frío desde 1966, cuando los termómetros marcaron -40.6°C.
Además, y gracias a la corriente, el frío ya no está confinado a la región de los Grandes Lagos, sino que se extiende hacia al sur y llegará tan lejos como hasta Texas.
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